Parte 6

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   La reacción de Azul fue salir corriendo hacia la casa, en busca del baño donde suponía que estaba su papá. Recorrió el sombrío pasillo sin dejar de llamar a gritos a su padre, y cuando por fin encontró el baño vio que allí no había nadie. Asustada, comenzó a saber todas las puertas que hallaban a su paso.
__¡Papá... papá!
__Aca estamos, querida __dijo la señora Evans mientras estaba en la casa. Azul corrió a esconderse en la primera habitación que encontró.
   Transcurrieron varios minutos así y la nena seguía sin responder a los lados de los adultos. Para Azul "adulto" era cualquier persona mayor de catorce o quince años a quien no conociera suficientemente. En cierto momento advirtio, por el ruido de pasos, que alguno de ellos se acercaba. Se metió dentro de un placard y aguanto la respiración. Cuando el señor Evans abrió la puerta, ella se cubrió con un abrigo y se colgó de un barral para que no se le vieran los pies.
__Debe de estar debajo de la cama del cuarto del fondo __dijo el señor Evans__. Nos tenemos que apurar. Tiene que ser antes de las doce de la noche.
__Todavia faltan dos horas __agrego la mujer.
__Pero el padre puede regresar antes.
__Tendrias que haberle hecho... algo.
__Busquemos a la nena y después termino de sacar el tractor.
   Cuando el matrimonio se retiró del cuarto, Azul salió del placard en puntas de pie. La puerta de la habitación había quedado entreabierta y por allí se metía una franja de luz que iluminaba el retrato de una niña. Azul se sobresaltó al verlo: era ella. ¿Cómo esa gente podía tener una foto suya? No podía dejar de mirar esa fotografía, pero por alguna razón temía acercarse. Tal vez solo se trata de una chica idéntica a ella. De hecho, vestía otro tipo de ropa y tenia unas trenzas que ella jamás se haría. ¿Esa nena sería Amalia?
   Se asomó al pasillo con la mayor cautela. Contaba con que los adultos se encontraran en el cuarto del fondo. Camino sin hacer ruido por el pasillo y demoró minutos en abrir la puerta que daba al patio por temor a que las bisagras chirriaran. Por fin salió al exterior de espaldas, retrocediendo, atenta al pasillo. Estaba por liberarse de esa gente que la asustaba tanto. Aunque fuera de noche podría correr por el camino y esconderse en el auto hasta que amaneciera. Seguro que su papá la encontraría. Pero de pronto sintió que una mano la sujetaba del hombro...
__Te estábamos esperando, querida __le dije la señora Evans.

La noche de los muertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora