Parte 11

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   Azul no dejaba de gritar, desesperada, mientras el señor y la señora Evans avanzaban hacia ella, arrinconandola.
__No te vamos a hacer nada malo, querida __repetia el señor Evans, extendiendo sus brazos. Cuando estuvo a menos de un metro rozo con la mano la cabeza de la criatura. Azul sintió un profundo sueño y apenas alcanzó a murmurar:
__Mama...
   El señor Evans la tomó en sus brazos antes de que se cayera y llevando a la nena salió de la casa. Su esposa se apuro a abrirle la puerta y juntos atravesaron el patio y se internaron unos cincuenta metros en el espacio de tierra que se veía a medio arar.
   En un punto muy preciso, en la línea que separaba la tierra ya arada de la que no había sido trabajada, el señor Evans se detuvo y depósito suavemente a la nena en el sueño. Cuarenta años atrás, después de aquel segundo fatal, había bajado enloquecido del tractor y se había arrodillado como ahora. En ese instante y en esa posición había tomado la determinación de incendiar la casa y morir junto a su esposa y su hija. Pero antes de hacer eso tuvo que ir hasta el almacén de Chico a comprar un bidón de nafta, porque la que tenía en la camioneta era insuficiente.
   Los parroquianos del almacén no olvidarán nunca que aquella tarde Evans llegó al almacén como un autómata, no saludo a nadie y el mismo lleno la nafta un bidón azul de plástico. Dejo sobre el mostrador un billete demasiado grande y sin esperar el vuelto se fue en la camioneta.
   En el camino de regreso se le ocurrió otra cosa: visitar a la vieja Morena, de quién se decía que tenía "poderes" y a quien los vecinos de la zona acudían para encargarle "trabajos".
   Naturalmente, el jamás había creído en esas supersticiones de pueblo, pero ahora estaba descontrolado y dispuesto a aceptar cualquier cosa que le diera una salida a su desesperación.
   Antes de ir al rancho de la vieja paso por su casa. Su esposa ya había llamado a la funeraria, así que había gente disponiendo las cosas para velar a la nena en la sala principal, pero Evans no prestó la menor atención. Recogió todo el dinero y las joyas que tenía y se fue al rancho de Morena.
__Ahora tienes que traer el tractor __dijo la señora Evans, viendo que su marido estaba absorto en sus pensamientos.
__Si, ya voy __respondio su esposo.

La noche de los muertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora