Orgullo y tradición - Capítulo 3

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Orgullo y tradición - Capítulo 3


-¡Felicidades hijo!

-Gracias mamá, no te hubieras molestado, de verdad- impresionado observaba la moderna y acogedora casa cápsula que sus padres le habían obsequiado en su cumpleaños número dieciséis.

-Ahora podrás ir donde quieras a entrenar y ahí mismo darte una ducha, comer algo, curar tus heridas y no tener que llegar aquí hecho un guiñapo- dijo el príncipe.

-Vegeta no exageres, no llega tan maltrecho de sus entrenamientos.

-Bulma, te recuerdo que la vez pasada prácticamente llegó desnudo, su ropa no existía, eran retazos rotos y quemados-. La científica sonrió al recordar ese evento, su hijo en algunas ocasiones solía volar lejos para entrenar y meditar solo, al igual que su padre. Tenía la costumbre de elegir lugares diferentes para hacer más desafiante su entrenamiento, elegía desde secos desiertos hasta helados glaciales.

Pero para meditar tenía particular preferencia por una isla solitaria y lejana, disfrutaba más que nada del sonido de las olas contra las rocas y la vista de la transparente agua que reflejaba el azul mismo de sus ojos. Desde hace poco había descubierto ese pequeño paraíso, que se había convertido en su refugio aquellas ocasiones en las que tenía algo para pensar, o simplemente para relajarse de las tareas extenuantes de la escuela, pues aún cursaba el bachillerato y al ser hijo de una reconocida científica, se tenían altas expectativas de su desempeño académico.

-¡SOPLA LAS VELAS!- gritó emocionada Bra, quien llegaba desde la cocina jalando del vestido de su abuela.

-¡Pero primero pide un deseo!- le aconsejó Panchy acercando el pastel preferido de su nieto que ella misma había preparado, de durazno con betún de queso crema.

Trunks al ver el pastel torció los labios recordando la última vez que tuvo cerca uno de esos postres, acción que no pasó desapercibida por los presentes quienes estallaron en risas.

-Con confianza hijo, la pequeña Pan no se encuentra aquí- lo animó Bulma al momento que encendía las velas. -No olvides tu deseo- le recordó guiñando un ojo.

"¿Qué deseo pediré?... pero que rayos, ¿por qué estoy pensando en eso en este momento, rodeado de mi familia?". El cumpleañero comenzó a ruborizarse mientras pensaba que deseo pedir. "De acuerdo, no pueden leer mis pensamientos, ahí va... Deseo muy pronto lograr que Mai se entregue a mí antes que a nadie más". Cerró los ojos con fuerza cuidando que su deseo no escapase por sus labios y quedará solo en su mente mientras soplaba las velas.

-¡Felicidades Trunks!- Mai abrazó a su novio quien la recibió con entusiasmo, -no sabía qué regalarte, es muy difícil comprar algo a quien lo tiene de todo, pero tu mamá me ayudó- le entregó una pequeña bolsa de cartón con motivos de fiesta impresos, Trunks la tomó y abrió con rapidez al igual que abría los regalos de niño.

-Mi perfume favorito, gracias... ya me queda poco en la botella-, "lo que en realidad deseo que me regales es otra cosa", pensó con resignación soltando un suspiro.

-Yo descubrí que te queda poco en la botella de tu baño- presumió Bulma su hallazgo.

-Mujer, ¿no se te quita la costumbre de husmear en las cosas ajenas?

-Era para una buena causa- se defendió colocando sus manos en las caderas.


**FLASHBACK**

El príncipe saiyajin apenas había terminado su merecida merienda, se dirigía a reposar para tener una mejor digestión, decidió ir a una pequeña salita que para su fin era perfecta, con cómodos sillones y un aparato de esos que llaman televisor, el cual solía ver en sus ratos de ocio para burlarse de las costumbres terrícolas, también por ese medio había conocido mejor el planeta donde estaba de pasada, como él lo decía. La pequeña y acogedora salita se encontraba al final del mismo pasillo de su habitación, al pasar por ella, gracias a sus desarrollados sentidos auditivos escuchó algo que hizo que detuviera su paso. Abrió la puerta con cuidado de no hacer ruido y se adentró en la habitación a paso lento, encontró a la científica muy concentrada removiendo los objetos de un cajón.

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