20 de agosto del año extraviado. El Olvido, Cantabria, España.
Enzo, querido amigo:
Agridulce es el sentimiento de saber que no soy quien da cuerda a los latidos de su corazón. Sé que no soy yo quien le roba las sonrisas ni soy en quien piensa al dormir. No soy quien habita en sus sueños y sé, que al despertar, no soy yo la idea que ilumina su amanecer. Pero también sé que yo seré el que se alegre de su felicidad, aunque sea él la fuente de la misma.
Siento piedras que cristalizan en mi pecho cuando miro nuestras viejas fotos. Siento la salsa cayendo sobre mi lengua con su sabor agrediendo mis papilas y su efecto recorriendo mi espina dorsal, saltando de vertebra en vertebra, haciéndome perder el control de mis gestos faciales. Mis labios sonriendo con ojos llorosos.
¿Alguna vez has sentido, Enzo, el calor del sol en tu piel en un día nublado? Ese instante en el que el pesimismo se tiñe de colores cálidos, cuando los electrones te abandonan dejando lo positivo.
Es por eso que hago este juramento, del cual son testigos mi pluma y el papel en el que escribo. Ocultaré mis nubes negras para que, cuando este junto a ti, pueda mostrarte mi sonrisa despejada.
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Cartas desde el olvido
RandomA veces, y solo a veces, quieres escribirle al olvido. A ese amigo que nos protege llevándose las cosas malas e iluminado nuestra vida con esperanza. A esa brisa que te trae tristeza y melancolía que te permite saber el valor que tiene el hecho de s...