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𝗤𝘂𝗲𝗿𝗶𝗱𝗼 𝗗𝗶𝗮𝗿𝗶𝗼;
¿Alguna vez has sentido que no encajas en el mundo?
¿Que no sabes para qué vives?
¿Te has dormido con lágrimas en los ojos?
¿Has sentido ganas de matarte?
¿O ansias de matar a alguien?
Pues yo sí.
Pero estos pensamientos de homicidio y suicidio no son recientes como dice el psicólogo, esto tiene ya mucho tiempo atrás. Y todo empezó cuando tenía once años de edad, cuando iba a clases de ballet y de gimnasia, cuando mis padres me dijeron que tenía que ser perfecta en todo. En aquellos días en los que mi mayor preocupación era sacar malas notas en la escuela, no aprenderme los pasos de ballet correctamente o simplemente fallar en alguna de mis clases avanzadas.
En aquellos días en los que mordía mi labio inferior con fuerza hasta que sentía las frías gotas de sangre correr por mi lengua. Cuando clavaba mis uñas con coraje en las palmas, fue cuando me diagnosticaron un comportamiento autolesivo.
Sí.
¿Quién iba a decirlo?La perfecta hija de los Cooper tenía el defecto de autoflagelarse.
Al principio solo me rascaba los brazos hasta dejarme roja la piel pero una mañana, al despertar, mi muñeca sangraba. Resulta que en las noches mientras dormía, mordía mis brazos hasta que me arrancaba un pequeño pedazo de piel. Mi madre optó por vendarme ambos brazos antes de dormir para que ya no pudiera hacerme daño estando inconsciente. Y no lo había vuelto a hacer, hasta esa noche que estaba con Jughead.
— Betty. —me había llamado con un poco de molestia en su voz y a la vez preocupación. — ¿Qué diablos te pasó aquí? —él tomó mi muñeca y yo la alejé escondiéndola al instante.
— No es nada. —dije sin darle importancia.
— Muéstrame tus brazos. —me ordenó con voz fuerte y demandante.
— Está bien, pero no te asustes. —suspiré y le mostré mi muñeca izquierda que tenía sangre seca. — Cuando estaba pequeña mordía mi piel mientras dormía, no lo había vuelto a hacer hasta ahora.
Su respuesta había sido un cálido abrazo y un beso cargado de amor, a él no le importaban mis defectos.
Por un momento creí que eso era bueno pero la verdad es que fue todo lo contrario.
Me confíe, me confíe de que hiciera lo que hiciera así fuera lo más oscuro Jughead no me regañaría o pensaría que estaba loca o demente.
Él simplemente me abrazaría diciendome su típico "Todo va a estar bien." que aunque no fuera cierto le creía.
Mi comportamiento autolesivo aumentó unos días después, mis labios estaban magullados por dentro, mis uñas se clavaban con más fuerza que nunca, y mis mordidas aumentaron. Me rasguñaba, me mordía, incluso una noche que mi piel no soportó más dolor desperté llorando desesperada porque nuevamente me había lastimado.
Eso no fue lo peor, lo peor fue cuando en las noches cuando dormía escuchaba el tono "Lollipop" que sonaba cada que Black Hood me llamaba. Quedé con un serio trauma con ese tono, todas las noches lo escuchaba en mi cabeza, una y otra y otra vez. Y lo que siguió después fue aún peor. Empecé a ver sombras en mi ventana, veía a mi padre en mis pesadillas, a Black Hood en cada lugar al que iba.
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𝗥𝗘𝗦𝗖𝗨𝗘 𝗠𝗘
Teen Fiction𝐑𝐞𝐬𝐜𝐮𝐞 𝐌𝐞 | 𝗖𝗢𝗠𝗣𝗟𝗘𝗧𝗔 𝒑𝒂𝒓𝒕𝒆 𝒅𝒐𝒔; 𝒕𝒐𝒓𝒏𝒂𝒅𝒐 𝒘𝒂𝒓𝒏𝒊𝒏𝒈𝒔 Tras los sucesos pasados en Riverdale, Betty Cooper había perdido todo rastro de cordura y estabilidad emocional, por lo que ahora la estaban tratando profesio...