22: Es por tu propio bien

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━━━━▣━━◤JUGHEAD◢━━▣━━━━━

Miedo.

Aquel sentimiento que nos paraliza y no nos deja hacer nada. Eso era lo único que sentía en estos momentos.

Cuando tenía cuatro años mi mayor miedo era la oscuridad, al cumplir 14 tenía miedo a no encajar en la sociedad, pero desde que Betty entró a mi vida mi único miedo desde entonces era perderla.

Que ella se fuera para siempre de mi lado y me dejará, que un día ella me dijera que ya no me amaba, que algún día viera como la enterraban.

Mi único miedo era perder a mi Betty.

«No ver de nuevo su hermosa sonrisa,

No escuchar su contagiosa risa,

No poder ver como sus hermosos ojos verdes se iluminaban al leer un libro,

No poder sentirla contra mi pecho,

No poder oír su respiración y sus latidos del corazón.

No poder pasar mis manos por cada parte de su cuerpo, por cada curva, por cada recoveco.

No poder amarla más.»

Y hoy todo eso se hacía realidad pues ella se alejaba de mí, una vez más.

— Tienes cinco minutos, aprovéchalos bien. —dijo la maldita chica de perlas blancas y salió por la puerta de la rosada habitación.

— Jughead. —Betty murmuró mi nombre buscando mi mano.

— Aquí estoy, Betty. —entrelace mi mano con la suya.

— Juggie, no quiero regresar a ese horrible lugar. —Betty empezó a llorar. — No dejes que me lleven, no dejes que me aparten de tu lado. Verónica está loca, y ya convenció a mi mamá.

— Sé que no quieres irte, pero no puedo hacer nada. —dije secando sus lágrimas. — No puedo simplemente secuestrarte y sacarte de aquí.

— No me dejes, por favor. —Betty lloró abrazándome, yo acaricié su cabello rubio.

— Siempre voy a estar contigo, ¿está bien? —susurré en su oído, Betty asintió llorando. Alejé sus lágrimas y la tomé del mentón para besarla. — Te amo.

— No dejes de hacerlo, no dejes de amarme. —Betty lloró.

— Nunca dejaré de amarte, no puedo. —contesté.

— Bien, se acabó el tiempo. —Verónica entró por la puerta, unos enfermeros venían detrás de ella.

— ¡No! ¡Verónica, por favor! —Betty gritó abrazándome con más fuerza.

— Todo es por tu bien, B. —la latina dijo y dio la señal para que se llevarán a Betty.

— Está bien, está bien, no llores más. —le dije tratando de calmarla. — Vas a estar bien, te juro que te voy a sacar de ahí.

— Jug... —Betty lloró, yo le di un último beso. — No me olvides, te lo pido.

— Te amo, Betty.

— Yo también te... —Betty no pudo terminar su oración pues Verónica le inyectó supongo un sedante, que la debilitó y durmió. — Te amo, Juggie.

— Eres una maldita perra sin corazón. —espeté a Verónica con desprecio.

— No, todo lo contrario. Soy una perra con un corazón muy grande, pero me lo quito cuando es necesario.

𝗥𝗘𝗦𝗖𝗨𝗘 𝗠𝗘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora