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—Estoy agotada—Dijo Luna al sentarse en el sofá de la sala de su casa y sacarse los zapatos.

—Eso te pasa por ser el alma de la fiesta—Dijo Matteo sentado junto a ella y pasando el brazo por alrededor de sus hombros.

—Claro que no soy el alma de la fiesta.

—¿No? Te pusiste a bailar en la fiesta, organizaste los juegos. Créeme que me gustó besarte frente a todos mientras jugábamos a la botella. Todos se fueron en cuanto vieron que desapareciste para irte a dormir un rato.

—No fue gran cosa, ¿Sabes? Me gustó ver feliz a Anna. Se lo merece.

—Te agradezco mucho lo que hiciste. De verdad significa mucho para mí que te preocupes por lo que le pasa... Aunque sigo un poco molesto porque hayan traído a ese chico a la fiesta. Anna... no lo sé, es complicado. No quiero que la lastimen.

—Tienes que entender que ya no es una niña. Tienes que aprender a tratarla como a una persona normal, porque eso es lo que es. Ella es mucho más que una enfermedad, ¿Lo entiendes?

—Creo que tengo que aprender a aceptar que está creciendo. Pero te juro que si ese chico la lastima... las pagará muy caro.

—Eres un celoso de lo peor—Dijo Luna entre risas.

—También puedo serlo contigo.

—No tienes a quien celar, solo te quiero a ti. Eres el único.

—¿Mucho?

—Muchísimo—Dijo mirándola fijamente a los ojos.

—Sé que es algo desubicado que te lo diga... pero si te sirve de información mis padres no están en casa—Dijo Luna mordiéndose el labio.

—Yo... Luna, de verdad lo que dije hace un rato en la fiesta... no quiero que te sientas presionada.

—¡Claro que no lo estoy! Quiero hacerlo. Estoy lista—Dijo acariciando su mejilla.

—¿Estás segura?

—Nunca he estado más segura de algo en mi vida.

Luna tomó la iniciativa y comenzó a besar los labios de Matteo. Sus labios encajaban perfectamente.

—Te amo—Dijo Luna sonriendo. Con la respiración un poco acelerada por la intensidad del beso.

—Es imposible que yo no te ame si  sacas lo mejor de mí, me haces mejor persona. Nadie me entiende como tú. No hay nadie como tú.

Luna no pudo contenerse más. Se puso de pie y tomó la mano de Matteo guiándolo por las escaleras lentamente hasta llegar a una puerta blanca de madera que él supuso era su habitación.

Cerraron la puerta con delicadeza. Y ahí estaba el par de chicos sin saber que hacer o como comenzar.

—Sabes que soy una inexperta en esto y no sé siquiera que decir—habló Luna frente a él.

—No hace falta que digas nada—Dijo colocando las manos de la chica alrededor de su cuello y tomándola de las piernas para cargarla delicadamente.

Juntos llegaron hacia el borde de la cama y colocó su cuerpo suavemente en ella. Luna dejó un espacio entre sus piernas para permitir que así Matteo pudiera colocar su cuerpo con facilidad.

El chico comenzó a besar el cuello de Luna, poco a poco llegaba hasta su boca. Acariciaba tiernamente en cabello rebelde de la chica. Podía sentir los nervios de ella. Lo entendía.

¿Jugamos a ser novios? ; LutteoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora