CAPITULO 1

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Todos los árboles del pequeño jardín que tenía la familia Reyes se movían como todas las tardes, derramando sus hojas marchitas alrededor de su tronco.

La temporada de otoño había llegado como así también mi mal humor, no me culpen o llamen inmadura pero odio esta estación del año con todo lo que soy.

Cada vez que llega justamente esta temporada siempre estoy de muy mal humor.

La verdad es que ni yo misma puedo explicarme el motivo de mi comportamiento tan raro e inusual sólo se que un sentimiento de tristeza nace en mi mermando todo signo de felicidad de mi interior, un trágico suceso lo se.

-Oh vamos quita esa cara y deja de parecer una vieja amargada-me grita mi hermana menor, desde el sofá de la sala donde observa su serie de televisión favorita.

-Que te hace pensar que estoy amargada?-le pregunto a Dayra, levantando la mirada de la revista que trai de la universidad, pues aunque mi hermana tenga razón en cuanto a mi estado de ánimo se refiere claramente eso no significa que tenga que darle la satisfacción de aceptar su análisis sobre mi.

-Tú cara lo dice todo, no es necesario ser adivina, tú solita te delatas-responde mi molesta hermana.

-Sólo es imaginación tuya.

-No lo creo, te conozco como a la palma de mi mano, incluso creo que mejor que a mí misma.

-Entonces sí me conoces tanto como dices dime porque crees que estoy como una vieja aburrida.

-Fácil no has cambiado la página de esa revista en dos horas, tienes la mirada pérdida y frunces el ceño cada vez que tú mirada se enfoca al exterior, te gustaría que te describa aún más?-pregunta la niña de diez años, como sí supiese todo acerca de la vida.

Trato de no hacer ninguna mueca de sorpresa o miedo.

Dayra parece ser mucho más madura e intuitiva incluso que mis padres, es como sí sus sentidos estuvieran más desarrollados que el de cualquier persona.

-Mocosa deja ya de acerté a la filosófa conmigo.

-Pero sí no es filosofía sólo la realidad-se jacta ella.

Una de mis zapatillas se dirige a la velocidad de la luz hacia mi hermana menor.

Lo primero que hago al escuchar el quejido de Dayra es festejar por mi estupenda puntería.

-Debería de ser jugadora de baloncesto-murmuro feliz, pues no cualquiera tiene una puntería tan buena como la mia.

-Mamá..!! Samantha me tiro con su zapato-Se queja day.

-Serás tonta, ellos salieron-le recuerdo.

-rayos lo olvide, te hubieras quedado sin postre-me amenaza recordándome la cantidad de veces que me quede con ganas de comer los deliciosos postres de mi madre pero que con las quejas de mi hermana términe sólo admirando lo bien que se veían.

-Postres..-susurro recordando que dentro de la heladera hay una buena cantidad de ellos.

Unas maravillas que a la ausencia de mis padres ambas podemos disfrutar sin límites, ni miedos.

Las dos somos como una mancha que se dirige a la velocidad de la luz hacia la cocina.

Queda más que claro que ninguna piensa quedarse sin su aperitivo favorito.

La heladera es asaltada por el "duo reyes", nombre que usamos cuando hacemos de las nuestras.

No es por presumir pero todos los que me ven comer de esta manera piensan que respeo una rigurosa dieta para mantener mi físico intacto,pero lo cierto es que mi único secreto es el fútbol.

PSICOPATADonde viven las historias. Descúbrelo ahora