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Cuando Bakugo abandonó la casa, empujando su carretilla delante de su cuerpo para dirigirse al pueblo como todos los días, Izuku pudo volver a respirar tranquilo.

La sola presencia del rubio le hacía sentir inquieto y algo ansioso por no saber cuál sería su próxima reacción o acción, pero aún así no podía dejar de sentir cierta admiración hacia él. Hacia su casa, sus perros, sus trabajos y su vida en general. Parecía ser alguien que se esforzaba mucho por conseguir lo que se proponía, y a pesar de su mal carácter, Izuku le observaba atentamente cuando no se daba cuenta, estudiándolo y admirando en silencio cada movimiento certero.

Izuku siempre había sido muy observador, y sentía que Katsuki en verdad era alguien digno de observar.

Cuando estuvo solo en la casa, decidió intentar nuevamente preparar algo de comer para el rubio.

Ya sabía que no le gustaban los nabos, y pudo deducir fácilmente que tampoco le gustarían los demás vegetales existentes, así que optó por probar con la carne.

Bakugo tenía una pequeña cerca de madera a un costado de la casa, en donde al menos tenía encerradas 15 gallinas.

Izuku caminó lentamente hacia allí, tragando saliva.

-H-Hola...- murmuró aproximándose. Ninguna de las gallinas le miró cuando atravesó la cerca cautelosamente.- Es... es hora...

Nunca había matado a un animal en su vida, pero recordaba a su madre explicándole cómo hacerlo, hacía muchísimo tiempo atrás.

Habría preferido comprar un pollo ya desplumado en el pueblo, pero no sabía cuándo volvería Bakugo y quería tener la comida lista para cuando se asomara por la puerta.

Volvió a tragar saliva cuando divisó una gallina grande y que parecía ser apropiada por su aspecto saludable.

-Es hora... lo saben, ¿verdad?- se lamentó, caminando con lentitud hacia la gallina.

Cuando pensó que ya la tenía entre sus manos, el pequeño animal comenzó a correr para alejarse y él tuvo que seguirle por detrás.

-Lo siento, lo siento.- exhalaba frustrado, persiguiendo apresurado a la gallina que intentaba escapar entre todas las demás que también huían temerosas hacia los costados.

Finalmente logró atraparla cuando ésta se encerró a sí misma desafortunadamente en una esquina.

-Tranquila...- murmuró al tenerla ya entre sus manos. La gallina intentó zafarse y aleteó inquieta, haciendo a Izuku entrecerrar sus ojos.- No pasa nada. Tranquila.

Abrazó a la gran gallina contra su cuerpo y comenzó a caminar de regreso para salir de la cerca, viendo el tronco cortado al costado y el hacha a un lado en el suelo.

La gallina aleteó más fuerte, como si hubiera podido leerle el pensamiento justo en ese momento.

-Lo siento.- volvió a lamentarse Izuku, arrodillándose lentamente frente al tronco cortado. La gallina emitió un chillido bajo que le rompió el corazón.- Lo sé, lo sé, perdóname.

La apoyó sobre la superficie del tronco suavemente, intentando mantenerla quieta con una sola mano, ya que con la otra tuvo que sostener el hacha del suelo.

Sin mirar ni a la gallina sobre el tronco ni a las demás que sentía como si le observaran desde la cerca, juzgándole, Izuku respiró hondo para elevar el hacha con el filo mirando hacia abajo.

Cerró los ojos, intentando ser fuerte con la ilusión de ver por primera vez a Katsuki aceptando y comiendo un platillo suyo.

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-Deku- [Bakudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora