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-¿Quién te dijo que podías pintar hadas en la pared?

Izuku dejó la pesada olla llena de comida en la cocina al mismo tiempo que Bakugo preguntaba aquello desde la mesa. Volteó para verle, complacido al notar que al rubio una vez más le agradaba la comida que le había preparado. O al menos eso parecía, ya que masticaba con entusiasmo.

-No son hadas. Son pájaros...- explicó Izuku.

Katsuki volteó una vez más para ver el supuesto pájaro pintado en su pared.

-Ajá, ¿y quién te dijo que podías pintarlos?- insistió con la boca llena de comida.

-Tú me lo dijiste...

-¿Qué?

-Tú me dijiste... "haz que el lugar se vea bien". Yo creo que se ve bien...

Izuku despeinó su cabello revuelto de forma nerviosa al ver que aquellos ojos escarlata no se despegaban de él. Siempre se veían tan desafiantes...

Katsuki chasqueó la lengua.

-No pintes en esa esquina.- señaló hacia un costado de la cocina seriamente.- No quiero pintura en mis botas ni en mi equipo de trabajo. En los demás lugares está bien. Pájaros o hadas, no me importa.- terminó por gruñir.

Izuku amplió sus ojos enormemente al escuchar aquellas palabras que nunca pensó que saldrían de la boca del rubio. ¿En verdad acababa de permitirle oficialmente pintar y proseguir con sus dibujos?

-Está bien.- sonrió de oreja a oreja, sintiéndose dichoso y alegre. Se acercó a la mesa lentamente y luego de aproximar una silla decidió sentarse junto a Katsuki, el cual le observó extrañado ante el inesperado acercamiento. 

Era la primera vez que el peliverde se le acercaba de esa manera.

Su sorpresa creció aún más al percatarse de la enorme sonrisa acompañada por ojos brillantes y verdes que relucía en el rostro del chico. Se veía estúpidamente feliz y hasta un leve rubor de regocijo cubría sus pecas diminutas.

Se veía como un idiota, pero Bakugo no pudo reprimir el muy escondido pensamiento de que también era algo adorable. Un terrible idiota adorable.

Se maldijo internamente por haber pensado aquello y continuó comiendo con furia reflejada en sus movimientos.

-¿Está bueno?- preguntó Izuku al ver las ganas con las que masticaba Bakugo. Éste asintió sin mirarle, intentando no volver a tener ningún pensamiento extraño.- Tuviste... un día largo, ¿verdad?- continuó el peliverde.

Lo había pensado mucho desde la visita de Momo, y había ideado un plan para lograr que Bakugo pagara sus deudas, sin alterarlo en el proceso, claro. Había sido difícil analizar las posibilidades y se la había pasado murmurando en silencio cada opción. Cuando finalmente se le ocurrió algo se dedicó a perfeccionar el plan.

Ahora sólo esperaba que todo resultara bien y sin gritos de por medio.

-Debe ser duro... manejar un negocio.- continuó hablando cautelosamente.- Mi hermano, Yuu, manejaba un club de jazz. Lo hizo durante un tiempo...

-Mmh.

-Siempre lo acosaba la gente porque les debía dinero...

-Yo nunca le he debido nada a nadie.- presumió el rubio al instante, tal y como Izuku se lo esperaba.

-Yuu decía lo mismo.- asintió pensativo, logrando que Katsuki volviera a mirarle.- Pero no lo podía probar.

-La gente es estúpida.

-Tú no. Llevas todas las cuentas en tu cabeza.- sonrió el peliverde, aliviado cuando vio a Katsuki asentir mientras proseguía con su comida de manera seria.- La mayoría de la gente no puede. Por eso hay que anotarlo todo. Yo... yo lo puedo anotar si quieres.

Bakugo observó atento cómo Izuku sacaba un pequeño papel de su bolsillo junto a un viejo lápiz, colocándolo todo sobre la mesa tranquilamente, aunque pudo notar el temblor leve en sus manos.

-Soy bueno para escribir.- explicó el peliverde mirando los intensos ojos afilados de Katsuki, los cuales ahora permanecían completamente atentos a él. Izuku tragó saliva ante la cercanía que tenían y que antes no había notado. ¿En qué momento tuvo la valentía para sentarse tan cerca del rubio?- Entonces...- murmuró cohibido, volviendo su mirada al papel. Comenzó a escribir con lentitud, leyendo en voz alta a medida que lo hacía.- ¿Quién... le debe... a Kacchan... dinero?

-¿Kacchan...?- preguntó Bakugo desconcertado, haciendo a Izuku abrir los ojos como platos.

-Ah... yo, l-lo siento. Quise decir...

-Olvídalo, no me importa.- gruñó el rubio, al parecer más interesado en nombrar a los que le debían dinero.- Anota: Donovan.

-Bien...- suspiró el peliverde aliviado, concentrándose en escribir.

-Le di seis pescados a ese desgraciado.

-Seis pescados...- escribió. Luego levantó levemente el papel para observar mejor lo que había escrito, de modo que Katsuki pudo ver el reverso.

De inmediato le quitó la lista a Izuku y señaló aquel otro lado del papel, el cual estaba pintado por el mismo peliverde desde hacía unas semanas atrás.

-Esto. Esto es un pájaro.- indicó, señalando la pequeña ave azul dibujada junto a un colorido paisaje. Luego volteó hacia la pared y señaló hacia el "hada".- Eso no sé qué sea, pero no es un pájaro.

Izuku frunció el ceño adorablemente.

-Esto... está terminado.- demostró, señalando su dibujo en el papel.- Tiene su pico.- Katsuki se asomó para ver con su frente arrugada.- Ese todavía no tiene pico.- explicó luego el peliverde mirando hacia la pared.

-Mmh...

Bakugo continuó comiendo y siguió dictándole a Izuku nombres de personas que le debían dinero.

Izuku se sintió feliz por poder llevar un charla normal con él que no terminara en gritos.

Y también aprendió que a Katsuki no le gustaban las pinturas incompletas.

-Deku- [Bakudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora