-18-

3.2K 537 173
                                    

-Sostenla un poco más alto, por favor.- sonrió el periodista hacia Izuku, el cual levantó tímidamente la pintura entre sus manos a la altura de su pecho.- Ahí, perfecto.

En verdad se sentía intimidado por la cámara que lo enfocaba al lado de aquel periodista, pero aún así no podía dejar de sonreír emocionado.

-Muy bien. ¿Cuánto tiempo te llevó hacer esa pintura?- preguntó el hombre.

-Eh... dos o t-tres días.

-¿Dos o tres días? ¡Impresionante!

Izuku asintió completamente ruborizado.

-¿Te gusta pintar?

-Claro que sí.- sonrió.- He pintado toda mi vida. Quiero hacerlo siempre con una sonrisa.

Justo en ese instante Katsuki abrió la puerta y se asomó para ver lo que sucedía, quedando así tras Izuku.

-Sr. Bakugo, por favor, venga.- invitó el periodista al verlo.- Acompáñenos.

Katsuki se acercó al peliverde, dudoso de por qué había tres sujetos frente a su casa con extraños aparatos que les apuntaban.

-¿Puede mirar a la cámara, por favor?

Mala idea. El hombre que sostenía la cámara tembló de pies a cabeza cuando la amenazante mirada del rubio se clavó directamente en el lente.

-¿Puede sonreír un poco? Sería mejor si pareciera que no quiere matarnos.- rió el animado periodista, robándole también una risita a Izuku.

Katsuki sonrió malhumorado hacia la cámara, y aquello no mejoró en nada su aspecto amenazante.

Poco a poco comenzaba a hacerse habitual la llegada de curiosos periodistas como esos a su humilde casa repleta de pinturas alegres. La noticia se había expandido cuando el mismísimo emperador de Japón Toshinori solicitó querer una pintura de aquel misterioso artista apodado "Deku", tal y como Izuku firmaba sus pinturas. Desde ese momento infinitos periodistas habían visitado su hogar con el fin de obtener la historia completa, y grande fue su sorpresa cuando se les reveló que Deku tenía artritis reumatoide. Definitivamente era un caso digno de noticia por su carga dramática.

-Has pintado la mayoría de la casa, por lo que veo.

-Sí... empecé con pájaros y flores, y n-nunca me detuve.- respondió Izuku, sentado al lado del callado Katsuki que observaba a los periodistas con atención. Había una cámara filmando todo el interior de la casa como si fuera una pieza de arte.- Kacchan no me dijo que parara de pintar así que... seguí.- sonrió cohibido, y fue entonces cuando el rubio volteó a observarle.

El periodista sonrió entusiasmado al notar que ahora ambos hombres se miraban de una manera especial.

-Sr. Bakugo, debe sentirse muy afortunado de tener a Deku como su esposo.

Sólo aquello bastó para que Izuku bajara su mirada completamente sonrojado, mientras que Katsuki se cruzaba de brazos y gruñía al aire, posando sus ojos en cualquier otro lugar que no delatara su vergüenza. ¿Qué demonios se creía aquel hombre bien vestido? Le explotaría la cara y los echaría a todos a patadas si volvían a decir algo así.

-"Izuku Midoriya... o más bien, Izuku Bakugo, ha sido pintor la mayoría de su vida. Incluso el emperador Toshinori ha comprado algunas de sus pinturas. Esta feliz pareja vive sólo con lo más indispensable y a pesar de todo... florece igual que las flores pintadas en las paredes de su hogar."

-Corto leña. Lavo los platos. Lo único que el nerd hace es pintar.- se quejaba Katsuki frente a las cámaras, haciendo reír a la gente en sus casas que veía la historia por televisión.- Hace lo que le place a pesar de que eso afecta a su salud. Es muy idiota la mayoría del tiempo pero no hay nada que pueda hacer.

-"¿Quién hubiera creído que este pequeño peliverde artístico al margen de la sociedad podría tener tanto éxito?"

-"Aún pueden encontrar a Bakugo Izuku vendiendo sus pinturas enfrente de su casa, aquí en el pueblo de Yufuin, Japón."

Luego de aquella nota que fue transmitida en casi todas las emisoras de Japón, las visitas se multiplicaron por cien para Izuku y Katsuki. Comenzaron a recibir gente que venía de muchos sitios diferentes sólo para comprar una de las pinturas, acabando así por completo con la privacidad que tenía la pareja.

De todos modos, el peliverde se sentía encantado y halagado de recibir tantas personas que admiraran su trabajo, sin mencionar que las ganancias aumentaban favorablemente.

Katsuki, por su parte, por primera vez en su vida ya no añoraba el dinero, sino que extrañaba y soñaba con recuperar su antigua y solitaria vida.

No quería compartir a su esposo.


No quería compartir a su esposo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
-Deku- [Bakudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora