Cuando había ya demasiadas personas “no aptas socialmente”, en el mundo, alguien pensó que lo mejor era encerrarlos a todos, o esclavizarlos. La historia cuenta que fue un día 14 de septiembre, de 1994, cuando la nueva orden fue emitida a nivel mundial. Mis ancestros fueron los desdichados elegidos por el sistema, bajo la absurda acusación de que eran diferentes, que los rubios de ojos azules o castaños de ojos cafés, o en el peor de los casos, una combinación de ambos, según su cifras estúpidas, se volvían criminales en potencia, dementes, asesinos, caníbales, violadores, ladrones, suicidas, pedófilos, e incluso, músicos.
Los niños desafortunados que nacimos después de ese año, fuimos selectos por los militares, aquellos de familias, “excelentes”, para lograr la paz mundial, cuando en realidad, sus millones de dólares o euros fue lo que los salvó del rechazo y humillación pública. Así, estos, hicieron la separación, mi hermana y yo, junto a nuestro amigo de la infancia. Nos colocaron grilletes sofisticados, a la par de collares platinados, con una luz roja, marcándonos de por vida, para servir o ser encerrados.
Separados de nuestros padres, que habían sido vendidos al mejor postor, como en la antigüedad, cuando las personas de color, que irónicamente ahora son dignos de alabanzas. Eran esclavizados par trabajos forzosos. En el año 2010, logramos escapar junto a decenas de niños, perdiéndonos en los bosques del país, vivimos entre mugre, alimentándonos de hierbas comestibles. Sin embargo, al cumplir mis quince años de edad, algo en mi mente, se quebró, o tal vez reaccionó, y tomé la firme decisión de llevar a cabo una hazaña que solo los más fuertes podíamos realizar. Despojar a los afortunados sociales, de sus bienes brillantes y comida, cada día un compañero moría, por la mala higiene o de inanición.
Yo siempre he sido la más resistente a los cambios, mi hermana mayor decía que, en la familia la sangre guerrera, corría en nuestras venas, por supuesto no le creía, se había quedado con los cuentos de hadas contados por nuestros padres, yo, sin embargo, era realista. Subiendo a los más grandes árboles para ver la Metrópolis, donde aquellas personas frías ante nuestro estado, residían, comiendo, bañándose perfectamente, los aborrecía a cada uno, así que la noche de mi cumpleaños, usando el lodo como camuflaje, optando por mi cuchillo casero; salté desde un árbol, sabiendo que a esa hora, un auto brillante pasaba con lo necesario para que los citadinos perfectos, pudiesen vivir.
A pesar de la falta de confianza de mi amigo, averíe el automóvil lo suficiente, para que el comando robotizado fallara, al interrumpir la energía que lo hacía funcionar, logrando mi primer atraco, llevando los víveres, medicamentos y objetos de aseo para mis compañeros. Sin embargo, como todo ciclo existencial, nada puede perdurar. Durante cinco años todo fue marchando viento en popa, pero una noche, también de mi cumpleaños, pero número veinte, ellos, los agentes negros, con sus casos relucientes, nos atraparon, y, siendo la principal artífice, me aislaron de todos.
Hace dos meses que no veo a mi hermana y amigo, jamás volveré a verlos, eso lo sé de sobra, porque desde esa noche, me han mantenido cautiva entre estas cuatro paredes platinadas, frías, duras como las rocas en las montañas, con un retrete a la vista de las cámaras de seguridad, sin ventanas, solo el aire artificial me ayuda a seguir respirando, la cama era una camilla reutilizada de la segunda guerra mundial, de tela áspera, al igual que la cobija, mi almohada es una funda con un tronco dentro, y a pesar de lo que ellos creen, me siento en la gloria.
Cada día, me traen comida, las sobras de los justos, ¿no es así?, cada que la mujer de color aparece en mi puerta de cristal reforzado con el tazón canino, me encuentra sentada en el medio de la celda, viéndola con mi más salvaje mirada, notando como sus manos tiemblan, no puede mantener sus ojos negros en mí, y desliza la comida en un práctico agujero, ella de esperar a que concluya con mis actos alimenticios, y refuerzo cada hora, de cada día, su terrible agonía, de presenciar a un animal salvaje, comer con las manos, las piezas de pollo quemadas, bebiendo de su agua caliente, mientras la ve y desea asesinar. Nunca desde que llegué he sonreído, eso lo hace más factible, para atormentar a mis queridas guardas, que semana tras semana cambian. Los ciudadanos de este país, le tienen un miedo irracional a los rubios de ojos azules, desde que se dio a conocer mi físico, gracias a las cámaras que después pusieron en los autos robots. Volviéndome verdaderamente famosa, o importante, claro que eso no lo sabría, sí no fuese por mi venta de esa noche…
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Abnormalize
Mystery / ThrillerEl mundo parece haber cambiado de un día para otro, con nuevas y absurdas normas, disfrazadas de lo correcto, cuando los beneficiados son los únicos que por gracia divina tienen el poder. Creíamos que habíamos evolucionado, milenios vivimos errados...