Me sentía extraña, nunca antes mi espalda había estado tan cómoda, como si estuviera sobre un malvavisco, fruncí el ceño, pensando; en que la cama de la prisión no era así, siempre estaba helada, entonces fue, cuando un dolor inmenso se hizo presente en mi brazo, recordando la herida hecha por Cockatrice. Me removí tensando la mandíbula, hasta que sentí un paño húmedo en mi frente, guiado por unos suaves y cálidos dedos.
-Tranquila, la fiebre ya está disminuyendo-
Abrí los ojos, era ella, sentada a mi lado en la cama, llevando una bata de dormir, se veía cansada, estoy segura de que no ha dormido, conozco ese semblante, me di cuenta de que estaba cómoda por el suave colchón suyo, ¿cómo es qué prefirió no dormir y cuidarme?, nada de esta mujer tenía coherencia para la sociedad en la que ha crecido. En cuanto se percató de mí mirar, me sonrió dejando el paño en mi frente, quise hablar pero sus dedos me lo impidieron.
-No hables, el doctor dijo que debías hacer el menor esfuerzo posible, se sorprendió tanto de tu resistencia, asegurando que jamás había visto el cuerpo de un esclavo tan fuerte y sano-
Levantándose de la cama, camino hasta su mesa, dejando el recipiente con agua en ella. Estirando el brazo derecho hacia un lado, las cortinas se abrieron, era como un mando inalámbrico, lo conocía, los soldados cuando era niña, los usaban para cerrar nuestras celdas, cada uno lleva un aparato en la muñeca bajo su piel, que les permite controlar objetos que son de su pertenencia o labor. Los rayos del sol me molestaron al principio pero mis ojos sabían adaptarse, en cuanto la mire, su cabello negro brillaba, así como su piel, ondulado, me miró sobre su hombro, y sus ojos verdes se esclarecían.
-Es medio día—vuelve su vista al frente—gracias a ti, cree el antídoto y todos se han salvado, me aseguré de comunicarles a los engreídos, que una esclava fue la que les salvó la vida—reía—ojalá hubieses estado ahí, querían morirse-
-¿No los pudo grabar?—pregunté, mi voz sonaba demasiado ronca.
-Que no hables, testaruda—reía sentándose a mi lado de nuevo—y no, por desgracia no llevaba mi celular, estaba pensando en que era más importante salvar vidas—asiento saboreando mis labios— ¿tienes hambre?—no quise responder—oye—toca mi hombro—no está mal tenerla, porque yo ahora mismo necesito mucha carne-
-Usted es rara—hablé a pesar de su molestia por ello, pero después sonrió.
-Espero que en el buen sentido de la palabra—teclea algo en la pantalla sobre mí cabeza.
-¿Por qué no ha dormido?-
-No tengo sueño, te sorprendería lo poco que suelo hacerlo, además debía crear el antídoto y cuidarte-
-Tendrá problemas por dejarme en su cama-
-A pesar de lo que has visto en ese bosque, yo no soy como ellos, además ahora eres mía y solo yo puedo elegir que hacer contigo, y si mi deseo es tenerte en mi cama así será, ni siquiera mis padres pueden contradecirme-
-Eso significa que usted es una mujer muy importante-
-Eres muy inteligente—tocan la puerta—pase—dice, y veo entrar a una mujer mayor, rubia de ojos azules como yo.
-Señorita Luthor—parecía sorprendida de verme en la cama—aquí está la comida-
-Gracias Eliza, déjala en la mesa, yo me encargaré de lo demás-
-Como diga-
Dejó ambas charolas en la mesa, saliendo, ella se alejó nuevamente tomando una, la cual dejó en el mueble de al lado, tomando el plato de sopa, oprimió un botón que enderezó mi postura en la cama, no pude evitar mi gesto de sorpresa que la hizo reír.
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Abnormalize
Mystery / ThrillerEl mundo parece haber cambiado de un día para otro, con nuevas y absurdas normas, disfrazadas de lo correcto, cuando los beneficiados son los únicos que por gracia divina tienen el poder. Creíamos que habíamos evolucionado, milenios vivimos errados...