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—Kandor - Mansión Presidencial—

La boda de Mon-El se llevó a cabo sin problemas, realmente se veían felices juntos, Imra lo mira como el mismo amor que él a ella, tal vez estén dementes como Lena, pero hay que reconocer la unión en ellos,  en salón estaba llenos de invitados, distintas clases unidas, incluso música, una algarabía armoniosa a pesar de todo, después de todo ella cumplió su palabra, no más esclavitud, aunque estoy segura, la mayoría de los presentes, son únicos en su elección; me informó además que Mon-El sería su mano derecha, él no ansiaba gobernar aunque si ayudar en su reinado, pues el deseo más preciado de él, era ser padre, tener un hijo al cual educar en el nuevo mundo, no sé cuán retorcidos son ambos, sin embargo no me parecía del todo malo.

Lena estaba a mi lado, ambas sentadas frente a una enorme mesa, llena de comida y bebida, solo para nosotras, con la vista perfecta para oír a los músicos, o ver a los danzantes; me incómoda su mirada, no la ha apartado de mí en ningún momento, honestamente el miedo es leve pero presente, pues estoy retenida a su lado, de una mujer sin escrúpulos, capaz de asesinar a cualquier ser humano cercano a mí, no sé tentó el corazón para extirpar el corazón de un niño como Peterson, el mismo niño que tanto la admiraba. Al sentir su tacto en mi brazo, me doy cuenta que mis puños sobre la mesa, estaban apretados, su mirada ahora confusa me examina, y yo la evado, tratando de normalizar mi respiración, pues de hacer algo imprudente, no duraría en mostrarme de nuevo, lo que es capaz de hacer, para tenerme controlada.

-Tranquila—susurra en mi oído y yo odio el estremecimiento de mi cuerpo por su voz y presencia—Disfruta de la fiesta—reparte besos de mi oreja hasta la comisura de mis labios—Y después—sus dedos recorren mis bíceps y esa mirada que usaba para hechizarme, me nublaba un poco—Iremos a casa, ya estuve nueve días sin ti-

-Déjame—con toda mi fuerza de voluntad me alejo de su rostro—No puedes obligarme a complacerte-

Sus verdes ojos brillan por las lágrimas acumulándose en ellos, está manipulándome como lo ha hecho desde que capturó, pero ahora que sé la verdad, tal vez mi lado salvaje me ayude a no caer más en su mirada de falsa tristeza, Lena no ama a nadie, no es humana, ahora en sentido literal, así que solo tiene una obsesión conmigo, y aunque yo me haya enamorado, puedo ser capaz de olvidar ese sentimiento, no soy buena persona, pero jamás hubiese acabado con vidas inocentes.

-Kara no me rechaces—intenta tocar mi brazo de nuevo pero lo aparto.

-Ya no vas a manipularme Lena—murmuro, observando la comida intacta en mi plato—Estoy contigo bajo amenaza, pero no pienso aparearme contigo de nuevo-

-Estás conmigo Kara—ahora sonríe con ese gesto demente—De todas las formas existentes-

-No—ella muestra furia en su mirada y mi cuerpo se siente débil.

Creí que seguiría pero no dijo nada más, su postura altiva al estar sentada a mi lado se hace presente, saluda con una gran sonrisa a los recién casados, levantando su copa de vino, a modo de salud, la conozco lo suficiente para saber que está tramando algo, esa excesiva confianza es abrumante. Tomo una uva de mi plato, contemplándola para distraerme en su forma, recordando mi pasado en el bosque, cuando recolectábamos unas más pequeñas, Alex y yo comandando distintos grupos, haciendo competencia para ver quien superaba el peso, gané la mayoría, soy competitiva y arrogante, según mi hermana; pero la remembranza especial en mi mente, era aquella última noche antes de que me capturaran, estábamos en las montañas, observando las rocas enormes con las que cree mis cuchillos, mis huesos dolían y la fiebre no me dejaba dormir, Alex me cuido sin cesar pero  la noche siguiente las naves aparecieron, los soldados se encargaron de separarme, en ese momento mi dolor quedó olvidado, mi único pensamiento era huir, y de haberlo conseguido, no estaría aquí junto a una mujer que usó mi cuerpo cual rata de laboratorio, no, yo hubiese muerto, tal vez bajo las estrellas, libre en el bosque, y eso ahora me parecía un destino adecuado y tranquilo. No recordaba ninguna otra vida, ni siquiera a mis padres, yo era un bebé cuando me alejaron, aunque Alex se encargaba de hablarme sobre ellos, y probablemente por ello su muerte no afectó tanto como la de Peterson, yo crecí con niños extraños, pero ahora que lo pienso, Lena dijo que me conoció cuando eramos niñas, tendría sentido si ella fue la encargada de librarnos, era increíble cuán atada está mi vida a ella.

AbnormalizeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora