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Estaba corriendo en un oscuro bosque, mi respiración agitada me estaba comenzando a afectar en la resistencia corporal, había perdido de vista a Alex y a Winn, ahora era yo contra todo lo que me enfrentase, ellos. Los militares por fin habían dado con nuestro escondite, debo decir que era mi culpa, pero valió todas las bocas que alimenté y vidas que salvé.

 

¡Detente salvaje!

 

Me gritaban disparando sus balas, había esquivado muchas gracias a mi agilidad, pero sabía que en cualquier momento, alguna tendría que darme, sin embargo no quería ser atrapada, ese era mi dosis de adrenalina para no flaquear aunque mis piernas no pudieran más. Mis pulmones me pedían a gritos un descanso, mi corazón palpitaba demasiado que lo sentía asfixiar mi garganta, mi cabeza dolía, estaba mareándome, pero nada que una sacudida de esta no arreglara.

 

¡No tienes escapatoria, détente!

 

Era verdad, lógicamente no tenía escapatoria, pero prefería seguir buscándola a rendirme, corrí y corrí hasta que de pronto, un dolor agudo en mi hombro me hizo tambalear, al mirar que era, pude ver la bala incrustada, además de mi propia sangre brotando, pero no me detuve, seguí corriendo, aunque minutos después caí de rodillas, agotada, con la vista nublada.

El panorama cambió, ahora me encontraba en ese lugar blanco, con lámparas iluminando todo, no había muebles, solo una gran pantalla holográfica que al parecer, estaba escaneando mi cuerpo, intenté liberarme, solo que era inútil, los grilletes en mis muñecas sobre pasaban mi fuerza, que era mucha. Mi vista era borrosa aunque podía vislumbrar las formas y ahora, las siluetas que se posaban ante mí, me removí asustada, hasta que una mano cálida toco mi frente.

 

Tranquila, te prometo que no morirás, y que te volverás la mejor creación de la historia…

Kara…

..

-Kara-

Desperté confundida, hasta ver sus ojos verdes, suspiré ante su notable preocupación, frunciendo mi ceño, que sueño tan extraño, desde que ellos me capturaron no había tenido alguno, siempre estaba en blanco al conciliar el descanso.

-¿Estás bien?—su tacto en mi frente me estremeció—estás sudando-

-Una pesadilla, al parecer—respondí.

-Tranquila—acaricia mi cabello— ¿quieres hablar de ella?-

-No por el momento, usted tiene cosas más importantes en que pensar-

-Oye—toma mi quijada para que la mire—también eres importante para mí, anda cuéntame-

-No recuerdo mucho—suspiro—solo que estaba corriendo por un bosque y de un momento a otro, me encuentro en un cuarto blanco, con grilletes en las manos, y una voz distorsionada, todo es tan confuso, desde que me capturaron no había tenido sueños-

-A veces las pesadillas surgen por alejarte de lo que para ti era común—sonríe, aunque notaba algo más que preocupación en ella—es normal que las tengas ahora, que has dejado atrás tu vida en el bosque y en la prisión-

-Puede que tenga razón, usted es muy inteligente-

-Gracias, yo sé que también lo eres—mira hacia el frente—hemos llegado, será mejor que ajustes tu cinturón, en Argo las autoridades son severas-

AbnormalizeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora