Cuando Dios las junto, esperaba muerte, dolor, sufrimiento, odió.
Junto a un ángel con un diablo.
Esperando a que sus sangres fueran rechazadas por las otras.
Pero jamás cayó y pensó en el amor al odió.
Ambas sentían dolor, ambas pedían a gritos morir, sufrían todos los días pero sobre todo... Se amaban.
Y es por eso que juntaron sus sangres, quemaron sus alas, guardaron sus corazones y formaron un nuevo cuerpo.
Sus problemas aumentaron, pero ellas no estaban solas.
Rechazaron a Dios.
Rechazaron al cáncer.
Rechazaron las Miles de curas.
Ahora ellas eran dios en su mundo.
Ellas mismas eran el cáncer.
Y así mismas eran su propia cura.
El amor.
Era como ver una princesa de vestidos de encaje y piel de porcelana y así mismo su sombra sentada sobre sus pies cuidando su alma.
Ambas con coronas de espinas sobre sus cabezas.
Ambas con alas más poderosas que las de su pasado Dios.
Habían mordido manzana del pecado y ahora están condenadas.
Nada podía amar algo que antes repugnaba.
Ojos brillantes, piel morena, piel marcada de por vida, dos corazones en uno, dos cuerpos abrazados en uno solo, dos mentes, dos almas.
Podían ser la persona más dulce de la tierra, y en otro momentos podría ser la persona que hiciera tu vida en cenizas.
Así eran ellas juntas.
Un ángel y un diablo.
Agrio y dulce.
Honradez y repugnancia.
Ellas mismas retiraron sus listones naranjas de sus cuellos y colocaron diamantes manchados de varios colores.
Representación de impurezas y defectos.
Por qué eso eran ellas.
Ahora no solo representaban su Amada leucemia, ahora representaban todas las enfermedades existentes.
Todos colocan diamantes costosos y retiran sus sencillos listones.
Todos son Dios.
Todos aman sus cuerpos, mentes, alma y corazón.
Eso querían.
Que el amor fuera más fuerte que su enfermedad.
