Una noche como está mi cuerpo fue sepultado por las estrellas.
Mi cuerpo descansaba en el frío concreto del suelo.
Una gota
El cielo lloro mientras mi cuerpo se ahogaba en sus lágrimas.
Las gotas caían sobre mis párpados.
Abrí los ojos y pude verle, esa brillante esfera de blanco, nos vimos mutuamente mientras el caer del agua en mis ojos ardía.
Mientras más le vía más me odiaba.
El agua abría mis poros y las raíces crecieron tal y como una planta, dolía, mientras más agua caía la humedad hacia mi cuerpo temblar de frío.
Mis lágrimas se convirtieron en pequeñas flores.
En mi cabello crecio algodón.
Las espinas rojas crecieron en mis poros como si ya fuesen parte de mi.
Mi cuerpo se adorno de pequeñas hojas verdes con destellos morados.
Las raíces me sujetaron al suelo mientras la lluvia les hacía crecer.
Las lágrimas del cielo inundaron la habitación y con ellas mi cuerpo.
Estaba sofocada, me estaba ahogando.
- me has olvidado -.
Estaba tan perdida en mis cosas que olvide lo que jure cuidar, mi vida, ahí estaba yo, tan pequeña e indefensa.
Con pequeñas trenzas, y con la sonrisa que ahora olvide hacer.
Ni era el cielo quién lloraba, era ella, yo.
Su alma vagaba en la obscuridad mientras esperaba su regreso, ella perdió el cuerpo y yo perdí el alma.
Ambas perdimos la cabeza pero no el corazón.
No era yo quien se ahogaba en agua salada mientras las plantas sepultaban su cuerpo, era ella.
Alma pura tan protegida que incluso la luna vierte resina sobre su cuerpo mientras las estrellas decoran su inocente vitrina.
Como mariposa de colección, permanecía conservada junto con sus más preciadas flores.
Vin.
Como conejo fue cazado por las estrellas y asesinada tal y como la esperanza de soñar.
Fue olvidada y sepultada en resina por una noche como hoy.