• p e r d o n •

89 5 0
                                    

El agua cubría sus rodillas y el reflejo de esta iluminaba el rostro pálido de ambas .

Ambas abrazadas para transmitir calor.

Con lágrimas en los ojos.

Ambas llenas de moretones y heridas que jamás cerrarán.

Ambas con el fuego en la espalda reclamando el lugar donde un día las alas de libertad posaron sobre ellas.

Ambas con sangre en los dedos y los labios quemados de tanto besar la tentadora rama de la química.

Su sedoso pelo cubriendo sus hombros y la ligera tela del encaje blanco cubriendo sus pieles con posesión.

Con tobillos y muñecas pegados al suelo como si de dos perros rabiosos se trataran.

Ambas con los ojos cansados y las miradas apagadas.

La leucemia acariciaba a su hermana como si tratara de la flor más hermosa aún sabiendo que era la más marchita.

Tomo el rostro de su hermana entre sus manos manchadas y beso son ternura sus labios.

Ambas juntaron sus frentes, conectando los ojos apagados una a la otra observando con limitación aquel mundo que estaba muriendo entre las mentiras de ambas.

"Quién es quién"

Ambas se odiaban.

Pero se amaban.

Luchaban dentro del agua golpeando el rostro de la otra y dejando marcas dolorosas teñidas de rojo en sus cuerpos de Porcelana.

Se abrazaban y protegían una a la otra, se besaban, se acariciaban, ambas eran el claro ejemplo de belleza sentimental.
Amabas besaban sus médulas y abrazaban el poco amor que les quedaba, protegiéndolo como el tesoro más grande en ambas.

Leucemia acaricio el pelo de su hermana y observó como el cabello húmedo quedaba entre sus dedos.

"Amor"

Observó los labios llenos de sangre.

Observó cada uno de los moretones en su cuerpo.

Observó la sangre entre sus dedos y miro la espalda de su hermana.
Esa cadera lastimada por los propios deseos de su hermana.

Su médula ósea perforada por la propia mano de la gemela.

"Si no lo hago no puedo vivir... Y si no vivo... Tu tampoco mereces vivir"

Una vez más atrajo el cuerpo de la Castañita a su pecho y susurró un leve "perdón".

La castaña sonrió un poco y sus labios comenzaron a sangrar.

"Sonreír es doloroso"

Es lo que pensaba la castaña antes de que su hermana bajará su mano hasta su cadera y comenzará a introducir sus dedos en el enorme hueco entre piel y médula ósea.

Una vez más la mayor gritaba pidiendo morir.


• Leucemia •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora