• v i n •

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Camina por el pasto con tanta tranquilidad que da curiosidad solo verle.

Aquellos ojos que solo las emociones pueden cambiar de color.

Aquella piel pálida con pequeñas cicatrices y heridas, ese cuerpo que gira sobre el pasto y le sonríe al sol mientras sus pequeños amigos suben por su piel hasta besar sus mejillas.

En sus ojos corren las pequeñas hojas verdes, en su cabeza crecen las pequeñas bolas de algodón, y por su piel caminan unos cuantos pequeños bichos.

Y en sus manos, posee unas tijeras de metal.

Pesadas y filosas.

Corto una mota de algodón y se la entrego a quien lloraba.

Corto las flores de su piel y se las dió al amor de su vida.

Tomo uno de sus pequeños amigos y le entrego una amistad sincera a quien le quería.

Corto y corto, crecio y volvió a crecer.

Pero lo que más crecía era el dolor en su pecho al cortar y abrir parte de su vida mientras que en sus manos las personas colocaban piedras y el rocío de sus flores al Llorar en ellas caía.

Los animales que le atesoraban como su hogar comían con amor de su felicidad, y bebían de sus lágrimas su tristeza.

Su piel era protegida por pequeñas espinas rojas, resguardando de aquellos a quienes querían su alma lastimar.

El sol acaricia su piel y la lluvia limpia sus lágrimas mientras su cuerpo se alimenta de pasión.

Aquella pasión con la crecen nuevas espinas, nuevas flores, nuevo algodón.

Aquella pasión con la que vin vuelve a despertar su interés por la vida.

Vin, alma adorable nacida de la naturaleza y adorada por el ser humano, alguien a quien adoras con tan solo ver su rostro sereno.

Había veces en las que sus hojas caían por su rostro, su algodón se caía y sus pequeños amigos morían.

Pero solo necesitaba el abrazo de la lluvia para seguir floreciendo.

Y a veces solo tenía que caminar a otro lado para que su cuerpo floreciera.

• Leucemia •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora