Sixteen

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—Esto es agradable...— Suspiré, pasando la punta de mis dedos por el brazo de Liam que me sostenía apretadamente por la mitad de mi cuerpo. Estábamos haciendo cucharita en su cama, simplemente tumbados en un cómodo silencio. Él tarareó en acuerdo en mi cuello, su suave respiración cosquilleando en mi piel. Liam, ocasionalmente, dejaba a sus labios deambular, besando desde detrás de mi oreja hasta justo encima de mi clavícula.

Habían pasado dos semanas desde que le había dicho toda la verdad y él no lo ignoraba. La mayoría lo evitaría como la peste porque lo encontraban incómodo, sin pensar en el traumatizado, pero Liam era considerado, controlándome, sosteniendo mi mano cuando me veía en apuros. Lo peor que una persona puede hacer es ignorar este tipo de situaciones porque ya había pasado y estar en silencio por su propio bien, eso duele y te hace sentir como que no les importas, que no eres lo suficientemente importante en sus vidas para que empaticen contigo. Pero Liam fue hecho para ser perfecto, sabía exactamente como tratarme.

—Honestamente podría estar aquí para siempre.— Suspiré, cerca de quedarme dormido en sus brazos.

—Eso suena agradable, si no estuviera orinándome...— Murmuró Liam.

—¿En serio? Vaya manera de arruinar mi linda burburja.— Me reí mientras Liam trataba de sentarse. Lo jalé otra vez sobre la cama, enredando mis brazos y mis piernas a su alrededor como un pequeño koala. —Eres cálido, ¡no me dejes!—

—Sé que soy cálido, pero si no me dejas ir estás a punto de tener cálidos fluidos corporales de Liam sobre ti.— Se rió, alejándose.

—Asqueroso.— Solté una risa, empujándolo amablemente hacia el baño. Esperé hasta que se metió en el baño. Rodando sobre la izquierda de la cama, agarré su almohada y me acurruqué en su olor. Puse el edredón completamente sobre mi cabeza, arropando en la esencia de Liam. Pude o no pude haberme adormilado ligeramente.

—Pareces un gusano.

—Un gusano lindo.— Resoplé.

—Mi lindo gusano.— Dijo, y luego se quedó en silencio. Sería una mentira decir que no me sonrojé. Una vez me di cuenta de que Liam había estado callado por demasiado tiempo, era demasiado tarde. Había lanzado todo su cuerpo sobre mi capullo de edredón, haciéndome chillar por la sorpresa. Tiró el edredón lejos de mi cara y llenó mi frente de besos. No pude evitar soltar risitas y sonreír, con mi lengua presionando contra mis dientes.

—Realmente me encanta esa pequeña lengua tuya.— Liam se rió mientras se dejaba caer de nuevo a mi lado y me jalaba contra su pecho. Una de sus manos acariciaba mi barriga mientras enredaba la otra en mi pelo. En solo dos semanas aprendió que era lo que más me gustaba, que me enviaba a un competo estado de relajación. Aunque nunca decía mucho sobre él mismo, siempre se estaba enfocando en mis necesidades y en qué quería. Era increíble pero quería conocerlo más, conocer que lo hacía funcionar cada segundo de cada día. Quería conocer el pasado del hombre del que estaba completamente enamorado.

—Mr. Liam, tu conoces mi vida, yo quiere conocer la tuya...— Dije, acariciando con mi pulgar sus nudillos.

—No, no, la mía suena estúpida e insignificante en...

—¿En comparación con la mía?— El asintió tímidamente, pero podía decir que había algo que lo molestaba. Me giré en sus brazos y me acurruqué más cerca de su cuerpo. —Babe, en serio, todo es relevante. Si te duele o te molesta entonces no es insignificante o estúpido. Importa.

—Eres increíble, ¿lo sabes?— Liam sonrió, dándome un beso de esquimal. —Mmm, bueno, yo estaba comprometido con esta chica llamada Rachel. Yo creía que ella lo era todo, tenía clase, era legante, siempre se vestía para impresionar y era inteligente. Pero ella solía decirme cosas como que nunca iba a llegar a nada, que mis dibujos eran patéticos, que debería rendirme porque no llegaría a ningún sitio. Me decía que tenía suerte de tenerla. Así que conseguí este trabajo de mierda en una firma de contabilidad. Trabajé mi camino hacia arriba, me estaba volviendo bastante bueno y Rachel estaba por fin remotamente orgullosa de mi. Pero no era feliz. Después de malgastar dos años de mi vida ahí, me rompí y me fui. Fui a casa a decir las noticias y ella me gritó. Dije que tenía este plan, que finalmente me haría tatuador como siempre quise y que tendría mi propia tienda un día. Ella se rió en mi cara, me dijo que era una inútil pérdida de espacio. Y me fui. Me moví con un desconocido, que es Niall, nos hicimos amigos cercanos, él me consiguió un trabajo en Funky Buddha. Ellos cambiaron de edificio un par de veces y ahora estoy aquí y soy el tatuador principal.

No estaba muy seguro de que decir, nunca fui bueno con las palabras. Lo besé en sus llenos labios, queriendo distraerlo y alejar aquellas falsas y maliciosas palabras.

—Eres perfecto, Liam.— Murmuré contra su boca. —Eres demasiado importante para mi. Oh, y tus dibujos definitivamente no son patéticos. Tengo uno en mi culo para probarlo, ¿no? —Me reí.

—Lo hice un culo famoso.

Jadeé y golpeé su hombro.

—¡Hey! ¿No era un culo famoso antes?

—Mmm, yo diría que era un notable alto.— Se empezó a reír de su propia broma. Sus ojos se arrugaron por su sonrisa, y sus regordetas mejillas se elevaron.

—Te amo.— Besé su nariz y pasé mis dedos por su tatuado cuello.

—También te amo.

Tattoo - Ziam [Traducción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora