El infierno.

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Katherine, me quedé petrificada ante ella. Poco a poco se visualizo un círculo de fuego a nuestro alrededor qué iluminaba por completo su rostro

Sus cabellos, su estructura ósea, sus facciones e incluso la maldad en su mirada se asemejaba increíblemente a la mía.

Parecía que me encontraba con mi forma astral ó frente a un espejo.

-Debe ser una broma-. Apreté los dientes y ella se acercó lentamente sin apartar sus ojos de mí

-E escuchado de ti-. Asintio deteniéndose.- Incluso en éstas fogosas paredes se alcanza a escuchar sobre tu influencia con la familia original. Eres increíblemente parecida a mí

-Sabes, no me tranquiliza parecerme a la única persona que odian más que a mí-. Exclame viendo el círculo de fuego volverse más estrecho e intentando ganar tiempo para alejarme de ella quién seguía hablando ante mi completamente tranquila

-También has hecho cosas terribles, y por eso me gustaria negociar contigo

Levanté una ceja incrédula

-Si hay algo peor qué estar en el infierno con Katherine Pierce es negociar en el infierno con Katherine Pierce. Así que, gracias pero, no gracias.

Su expresión cambio. Estaba vestida de azul rey y éste color le dio un tono más agonizante en los ojos color cafés

-Ya veo. No eres cómo yo. De hecho eres todo lo contrario a mí. Eres cómo tu madre.
Tonta y Débil

-No conozco a mi madre y no me interesa conocerte a ti-. Le di la espalda y al ver qué no podía alejarme del lugar por el círculo de fuego que nos rodeaba me senté en el suelo, bajando la mirada

-Esperabas qué por tu sacrificio te fuera mejor. Qué irías al paraíso y te reencontrarías con tus padres. Ó por lo menos esperabas que Klaus Mikaelson te salvará... ó Elijah... ¿A quién de los dos amaste más?

-Yo no amé a ninguno-. Bufé

-Mientes. Tu estúpido sacrificio no fue en vano

-Yo soy Mia Vallois y no e amado a nadie más que a mí misma-. Grité posicionándome frente a ella y haciendo resonar el eco en todo el lugar

-Pero también eres una Petrova, una Salvatore y el quinto doppelganger. Aún no me explico la complejidad de las líneas... pero no eres exactamente idéntica a nosotras. Tienes los ojos de tu padre.
Eso no te hace un doppelganger-. Aseguró y bajo la mirada ante lo qué me alejé

-Mira, no me interesa. Estoy en un lugar del qué nunca podre salir y contigo a mi lado. Mi especie es lo último que me importa...

-Pero si podemos salir, sabes qué tu tío Stefan y tu padre Damon me metieron aquí, su sangre corre por tus venas y tú puedes sacarme-. Sonrió de oreja a oreja y yo me alejé lentamente ganando tiempo con mis palabras... antes de que intentará hacer algún movimiento

-Tienes razón, tu y yo somos muy parecidas. Ambas somos una perras psicópatas y sé perfectamente lo qué eso involucra. Yo no confiaría en mi misma y por lo tanto tampoco lo haría en ti y me imagino que el infierno debe ser muy grande así que vete al otro lado de él y deja que me consuma la soledad

-Bien, si eso quieres-. Murmuró y clavo una daga en mi espalda qué tan sólo saco unas gotas de sangre...

-Phasmatus incendia exilia-. Recitó una y otra vez abriendo un portal frente a nosotras del cuál saltó... y yo herida pero no estúpida la tomé del tobillo llevándome con ella

Ó eso creí.

Abrí los ojos, había una enorme piedra a mi lado cuyo nombre era Beacon Hills

Katherine levantó la cabeza, hace mucho qué no sentía esa sensación tan húmeda y se alegró. Volteó hacia un lado y a otro y no vio por ningún lado a Mia lo cuál la hizo suspirar, cuándo estaba dispuesta a incorporarse escuchó pasos dirigiéndose hacía ella

-¿Mia? Oh por dios, Mia ¿Te encuentras bien?

Ella se dio la media vuelta en cuánto reconoció esa voz, sabía en dónde estaba y se dio cuenta qué no había un lugar peor para ascender después del infierno.

-Si, Elijah. Estoy bien-. Exclamó sin darle el rostro. Sabía que él notaría la diferencia en esos ojos marrones y optó por ocultarlos

-Freya dijo qué estabas en un hechizo astral, qué los brujos te enviaron al infierno ó lo que queda de él... ¿Cómo escapaste?

-Yo... no... no lo sé...-. Titubeó y él insistió a sus espaldas

-Mia necesitamos hablar, duraste cuatro meses ahí dentro, justo el tiempo qué nos tomó a mis hermanos y a mí derrotar al aquelarre

Katherine se dio cuenta de qué estaba frita, qué ellos la matarían si sabían su verdadera identidad... todo fue más fácil con Elena, pero aquí sólo había una diferencia así qué solo le quedaba una cosa por decir

-Me arrancaron los ojos-. Se viró y Elijah al verlos de diferente color pero en un estado natural se sobresaltó

-¿Qué?

Ya de por sí era difícil inventar algo convincente. Debía encontrar la excusa completa aunque se culpara a sí misma

-Katherine... si, Katherine. ella cambió sus ojos por los míos... dijo qué sería menos difícil para ella-. Exclamó sin convencerse de sus propias palabras y él la sostuvo

-¿Tu te encontraste a Katherina?

Asintió

-Sí, en el infierno y ella cambio nuestros ojos y... desapareció y yo sólo desperté aquí

-¿Mia?-. Preguntó Klaus desde arriba de la escalera, apenas sintió que la presión había terminado pero había una persona más a quién mentirle con estúpida excusa y asintió

-La única y original-. Exclamó sintiendo todo el peso entre esas palabras.

-Oye, ¿te encuentras bien?

Vi a un chico de tez morena y ojos cafés ante lo qué asentí con la cabeza

-Chicos, aquí hay una más-. Gritó ante lo qué los demás se acercaron y pude ver cómo los ojos de él cambiaban a un color rojo escarlata haciéndome volver a sentir la ansiedad por sangre y sacando mis colmillos involuntariamente

-Un momento-. Uno de ellos con ojos verdes y barba qué se veía mucho más maduro se detuvo.- ¿Qué eres?

-Necesito ir a New Orleans-. Pedí

-Te e preguntado, ¿Qué eres?-. Acercó su rostro al mío y clave mis ojos en los suyos de un color azul sobrenatural

-¿Tú qué crees idiota?-. Gruñí

-¿Por qué tus ojos no brillan y salen esas venas en tu rostro?-. Preguntó y vi cómo los demás nos rodeaban

-Por qué no soy un lobo-. Fue lo único qué atiné a responder

-Te pregunté, ¿Qué eres?-. Insistió

-Soy un vampiro, tengo mucha sed de sangre y si no me quitas las manos de encima te voy a arrancar la cabeza con los dientes...

La Última Salvatore IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora