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Estaba sentada junto a la celda de la inmóvil Katherine Pierce.
Tenía una sensación de impotencia que no sabía cómo calmar. No sabia que podía pasar.
Sentía demasiado calor, Pero cuándo toqué mi frente estaba helada.
Nuevamente mi rostro llenó de sangre.

El mundo me estaba juzgando, habían cientos de cazadores detrás de mi y yo no quería ser un problema para los Originales.

¿En qué momento me hice tantos enemigos? ¿Desde que conocí a los Originales? ¿Desde qué me convertí en vampiro? ¿Al ser del linaje Petrova y de la dinastia Salvatore? No. Fue desde antes, el odio y la ira siempre estuvieron en mi esencia, sin embargo yo era una mujer fuerte, ambiciosa. Con objetivos claros. Si eso me hacía una perra, estaba bien.

-¿La mataste?-. Exclamó Klaus de pie frente a mí. Su tono era bajo.

-Si. La maté-. Musité.

-¿Por qué?-. Se acercó mas .-No era el momento Mia

-Por supuesto qué si. No nos ayudaría en nada y hay un par de cazadores detrás de nosotros.

-No serán un problema, Acaban de llegar Kol, Rebekah y Finn.

Mw avergonzaba qué aquellos que me vieron siempre tan imparable estaban aquí para notar lo frágil que realmente era.

-Vaya. ¿Tendré qué esconderme?-. Suspire.

Hubo un largo silencio. Él se inclinó y buscó mi rostro.

-No te quiero perder. No otra vez-. Su voz se rompió

Tragué saliva. No podía dejarme llevar

-No es momento Klaus-. Susurré tomando levemente su mano

-Yo lo sé-. Asintió

-Será mejor qué nos apresuremos-. Me puse de pie y subí las escaleras hasta el vestíbulo.

Estaban todos. Excepto Elijah.

-¿Y qué tal el infierno?-. Preguntó Rebekah sonriendo de oreja a oreja. Yo llegué hasta ellos y me recargue en un sillón.

-No tan mal cómo aquí-. Aseguré devolviéndole la sonrisa

-¿Sabes cuantos cazadores son?-. Preguntó Finn

-Sam y Dean Winchester. Son hermanos

-Por favor. ¿Realmente estamos preocupándonos por un par de cazadores?-. Bromeó Kol, el cual lucía totalmente despreocupado

-Katherine les temía. Yo creo qué si-. Levanté una ceja

-Ella era humana, no tendría porqué-. Contestó Klaus desde el otro lado de la habitación.

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Elijah se recargó en la puerta principal, llevaba una moneda con la cuál jugaba pasándosela de mano en mano. Dirigió su atención a un hombre alto con barba un poco descuidada.

-Es un dia muy asoleado, podria incluso quemar, ¿No lo cree?

-A los débiles probablemente. ¿Qué me dice de usted?

-Bueno, yo no soy de ese tipo se lo aseguro.

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-Encierrate en tu habitación Mia. Y no salgas pase lo qué pase

No tuve de otra. Subí las escaleras, entré a la habitación del fondo y la aseguré. Era la única sin balcón ni ventanas

La Última Salvatore IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora