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-¿Te encuentras bien?-. Preguntó mientras tomaba una de mis manos

-¿Por qué habria de estarlo?, si... Apenas los sostuve en brazos...

-¿Los sostuviste?-. Fruncio el entrecejo

-¿Qué quieres Elijah?-. Apreté los labios y él besó mi mano

-Ayudarte. Es lo único que e querido siempre-. Sentenció

-¿Ayudarme?-. Retiré mi mano.- ¿por qué no puedo hacer las cosas por mí misma? Lo noté desde que no pude ayudarte  cuándo dejabas cientos de víctimas...

-Yo también lidiaba con tu pérdida, Mia Vallois-. Se acercó

-Vallois... Ya nadie me llama así...-. Sonreí melancólicamente

Hubo una pausa y él, me entregó los papeles que sostenía en su otra mano...

Al mirarlos, no pude evitar sonreír

-Dean se negó a darle su apellido a los bebés y, les dije a los doctores qué yo era el padre, para firmar por mi hermano
Los registraron cómo Mikaelson...
Elena y Damon Mikaelson.

-Dean decia que si, era un niño lo llamaríamos Samuel, cómo su hermano, y si era niña, Samantha.
Elegiste bien-. Se los devolví y el los guardó en mi bolso

-¿Se fue, verdad?-. Volvió a sentarse a mi lado

-Gracias a Dios...-. Reí

-¿Desde cuándo sabias que eran de Klaus?-. Preguntó mientras acariciaba mi mano

-Desde qué nacieron. Tuve un sueño...

-De seguro fue hermoso...

-Lo fue-. Sonreí recordando la figura de mis padres, sosteniendo a los pequeños

-Sabes que, él querrá verte y... Tú ya no puedes seguir aquí.
Te llevaremos a la propiedad Salvatore

Volvería a esa casa, en dónde Klaus me retuvo... Hacía más de un año que no la pisaba

-Elijah...-.

-¿Sí?

-Hipnotizame. Necesitó dormir durante el camino al menos.

Él acerco su rostro al mío, besó mi frente para después mirarme fijamente.

-Duerme.

Al abrir los ojos, me encontré en la que fue, la habitación de mis padres...
No deseaba levantarme. Revisé la hora.
Mi sorpresa fue al revisar la fecha.
Elijah me dejó durmiendo siete días

Moría de hambre

Estaba a punto de levantarme, cuándo vi una silueta al lado de la puerta.
Mi corazón dio un vuelco, e intente regresar a la cama

-¿Tienes hambre?-. Preguntó sin voltear

-Me sorprende no haber muerto de desnutrición, me dejaron siete dias aquí-. Suspiré

-Los siete dias te alimenté, pero, no quise despertarte hasta ahora-. Se viró

-¿Y Elijah?-. Pregunté

-Dijo qué, deberíamos hablar

-¿De qué quieres hablar?

-De los hijos qué me ocultaste

Se formó un nudo en mi garganta

-Yo no sabia que eran tuyos

-¿Acaso no comparaste fechas?-. Se acercó

La Última Salvatore IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora