Lee-lee

504 48 5
                                    


MARATÓN 1/2

Después de aquello, debería haberse alejado más que nunca de ella. Así que... ¿cómo podría haber sido tan estúpida como para aceptar su propuesta de pasar juntas aquel fin de semana? Y, sin embargo, hervía de excitación cada vez que pensaba en la perspectiva que se avecinaba, la de pasar otras veinticuatro horas a solas con ella...

—Supongo que en este momento representa para mí una gran distracción —admitió al fin.

—Me alegro —declaró Leigh-Anne—. Ya iba siendo hora.—

—Lo sé. Por lo menos ya no tengo que devolver la tarjeta del club. El club de las mujeres sexualmente activas, quiero decir.—

—Yo no me refería a eso.— Leigh-Anne apuró su vino, se levantó y se acercó al bien provisto mueble bar para sacar otra botella. Se la mostró con gesto interrogativo, pero Jade negó con la cabeza. Ya había tomado una copa con la cena y aquél era su umbral máximo, teniendo en cuenta que al día siguiente tenía que volar.

—¿A qué te referías entonces? —le preguntó una vez que su amiga volvió a sentarse.

—A que ya iba siendo hora que dejaras de pensar en lo que ese chalado de Dale te dijo cuando lo plantaste. Tú no eres fría ni insensible, ni una rompecorazones sin sentimientos. Ese tipo era un imbécil.—

«Cierto», pensó Jade.

—Y toda esa patraña de la sobredosis una farsa patética.—

Cierto también. Pero no era el único hombre al que había dejado plantado. Algo que su leal amiga aparentemente procuraba ignorar.

—Reconozcámoslo. Dentro de treinta años seré como mi tío Frank. Me veré a mí misma volando a las Bahamas para pasar el día de Acción de Gracias en compañía de algún o alguna ex de buen ver. En el mejor de los casos.—

En realidad, ya era como su tío Frank. De repente le entraron ganas de tomar una segunda copa de vino.

—Pues si dentro de tres años sigues practicando tanto, me gustaría ser yo esa ex de buen ver.— Jade soltó una carcajada, que era precisamente lo que había pretendido su amiga. Porque Leigh-Anne era la mujer más heterosexual que había conocido nunca y la ironía de la frase era evidente. Leigh-Anne solía decir que su color favorito era el rojo glande.

—Date una oportunidad —le aconsejó, poniéndose otra vez seria—. No des nada por sentado sin haberte permitido a ti misma descubrirlo antes. Y disfrutarlo a fondo.— Jade abrió la boca para responder, pero no sabía que decir. Así que no dijo nada y simplemente asintió con la cabeza.

Permanecieron en silencio durante un minuto o dos. Luego, procedente del piso de arriba, escucharon un ruido de pasos y el de la puerta al cerrarse, lo que quería decir que la madre de Leigh-Anne acababa de despedir a sus invitados.

Las dos amigas habían conseguido eludir el ritual de los besos de despedida. Por ello alzaron a la vez sus copas, a manera de silencioso brindis.

«Porque podamos escabullirnos cuando las cosas se pongan difíciles. Y evitar los compromisos emocionales», brindó Jade para sus adentros.

Tendría que recordarse ese lema durante el par de días siguientes. Y no pensar en la tácita promesa que acababa de hacerle a su mejor amiga.


Paraíso al Descubierto || Jerrie +18✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora