Roles y juegos - Parte I

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Perrie alzó una mano a modo de saludo burlón.

—Me moriré de impaciencia.—

Tan pronto como se hubo marchado. Jade se apresuró a vaciar su maleta. Había estado buscando otro disfraz por Internet. Pero no de azafata.

Tenía intención de transformarse completamente. Y quince minutos después, cuando se miró en el espejo, supo sin ninguna duda que lo había conseguido.

—Perfecto —susurró con una sonrisa.

Las botas eran todavía más sexys que las de Halloween. De piel negra, en punta, le llegaban por encima de la rodilla.

Lucía unas medias de red. Y una minifalda de color rosa chillón que apenas le cubría el trasero. Estaba hecha de un tejido de tacto parecido al celofán, que se arrugaba cuando caminaba. La blusa blanca de adolescente le cubría los hombros, los senos y nada más. Y la peluca rubio platino, de melena corta, remataba su transformación de Jade Thirlwall, la piloto profesional, en Jadey... la call girl.

Al fin y al cabo, ¿qué persona no había fantaseado nunca con ser secuestrado por una sensual call girl de Las Vegas?

Se dirigió hacia la puera. Sólo se detuvo para recoger su largo abrigo: no sólo porque hacía frío, sino porque no quería que los empleados del hotel la vieran vestida de aquella forma. El hotel era de cinco estrellas y aquel disfraz de Pretty Woman no sería bien visto en el vestíbulo.

—Prepárate, Perrie, que allá voy —musitó mientras bajaba en el ascensor. A cada minuto que pasaba, estaba más segura de una cosa.

Perrie Edwards no tenía ni idea de la clase de noche que la estaba esperando.

* * * * * * * * * * 

¿Showgirl o stripper? ¿Señorita de compañía? ¿Call girl?

Perrie no sabía de qué iba a presentarse disfrazada aquella noche. Sólo sabía que iba a dejarla sin habla. Como tenía por costumbre.

—Vamos, ya ha pasado una hora —masculló, mirando su reloj mientras se apoyaba en una farola. Esperaba que apareciera pronto. De lo contrario, una de las profesionales de verdad acabaría pensando que estaba buscando compañía.

Había estado adorable cuando la echó a empujones del hotel. ¿Realmente había pensado que no había albergado sospecha alguna cuando le dijo que quería practicar con ella cierto juego en Las Vegas? Porque más obvio no había podido ser...

Lo cierto era que, a esas alturas, la conocía demasiado bien. Más de lo que a ella le habría gustado, eso era seguro.

A pesar de los altos muros que había levantado a su alrededor desde un principio, había empezado a revelarle algunos detalles y aspectos de su personalidad. Le había hablado muy poco de su familia, insinuando una falta de contacto que Perrie no podía menos lamentar. Su propia familia podía volverla loca, pero se había criado en un hogar rebosante de amor y cariño. Y sospechaba que a Jade no le había ocurrido lo mismo.

De su pasada vida amorosa sí que no le había hablado nunca. Aunque tampoco había tenido necesidad de hacerlo. Perrie sabía que había tenido algunas relaciones difíciles. También sabía que habían terminado mal, y que seguía lamentándolo.

Era humana, al fin y al cabo. Humana y además sólo tenía veintitantos años. ¿Quién no cometía tonterías en su primera juventud, cosas de las que se arrepentía largo tiempo después de que hubieran sucedido? Simplemente, Jade aún no había tomado conciencia de que no era tan diferente de los demás. Ella incluida.

—Hey, forastera... ¿andas buscando compañía?—

De call girl. Había venido de call girl. 

Se volvió, expectante, hacia la mujer que le había dirigido la palabra a unos pasos de distancia. Estaba justo fuera del círculo de luz de la farola en la que estaba apoyada, de manera que no podía distinguirla bien. Sin embargo, la habría reconocido en cualquier parte. Aquella voz, aquel aroma. El mismo aire parecía cargado de electricidad estática, chispeante de la excitación que siempre la envolvía. Y reaccionó de una manera visceral, como había venido haciendo desde la primera vez que la vio.

—Quizá —admitió—. ¿Me la estás ofrenciendo? —

—Tal vez. Si tú me ofreces a mí... un incentivo suficiente. —

Caminó lentamente hacia ella, entrando de lleno en el círculo de luz... y Perrie perdió el aliento.

—Guau.—

Llevaba una peluca rubia, de melena corta. Iba muy maquillada. Jade tenía ya de que por sí una cara preciosa, pero con aquel color, el rímel, los labios rojo carmín... rezumaba un sex appeal maravillosamente exótico.

Por no hablar de su ropa. El largo abrigo negro sin abrochar revelaba su escasa vestimenta. La blusa blanca le llegaba justo debajo de los senos, pura sede casi transparente. Incluso con aquella penumbra podía distinguir la sombra de los pezones. Se le hizo la boca agua. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que la había tocado, saboreando...

Llevaba el ombligo al descubierto. La falda era un mero pretexto, y tan ajustada... Y aquellos muslos enfundados en medias de red parecían reclamarlo a gritos, tentadores...

Las botas eran, sin embargo, la parte favorita de su atuendo. Sabía ya que iba a dejárselas puestas para que pudiera enredarle la cintura con las piernas cuando le hiciera el amor.

—¿Qué dices? —

—¿A qué? —

—A una cita. —

—¿Una cita? ¿Contigo? —preguntó, fingiendo una reticencia que estaba muy lejos de sentir.

—No —puso los ojos en blanco—. Con esa farola en la que te estás apoyando. —Perrie seguía sin moverse.

—Vamos, admítelo. ¿Acaso no has fantaseado nunca con pasar una noche con una chica como yo?—

No podía responder eso. No con sinceridad. Porque si le seguía el juego, como si ella fuera realmente una call girl, tendría que responderle que no. Nunca había querido estar con una prostituta.

Pero si respondía como ella misma, como la verdadera Perrie Edwards dirigiéndose a la verdadera Jade Thirlwall, entonces la respuesta sería un inequívoco sí. 

—Podrás hacerme todas las cosas que siempre soñaste con hacerle a tu mujercita o a tu novia y nunca te atreviste.—

Interesante. Perrie esbozó una media sonrisa.


Los leo.

Paraíso al Descubierto || Jerrie +18✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora