El mejor sexo - Parte II

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Jade se moría por ella. Necesitada de sentirla aún más, la tomó del cabello y le acercó la cara para apoderarse de sus labios en un beso embriagador. Esa vez fue Jade quien alzó la pierna sola, sin necesidad de ayuda. Enredándola en las caderas de Perrie, se apretó contra ella tratando de sentirla, Perrie todavía tenía puestas sus sensuales braguitas azules.

—Esto fuera —le ordenó Jade.

Perrie se apartó lo justo para poder quitárselas. Lo justo para que Jade bajara la mirada y calibrara el delicioso regalo que pertenecía a ella, estaba igual de húmeda y dispuesta.

Casi gimió de la necesidad que la embargó de recibir todo de aquella desconocida. De llenar aquel vacío.

—Maldita sea. No exageraba —susurró.

—¿Mmmm?—

—Le dije a ese imbécil de la pista de baile que si creía que si él mejor que tu o al menos estaba a tu altura de la tuya... se cambiara de sexo— Perrie soltó una carcajada, que duró solo hasta que se coloco de nuevo entre sus muslos.

Jade volvió a levantar la pierna, abriéndose a ella, Perrie imitó su acció arqueándose para frotar contra ella los jugos naturales de su cuerpo...

Perrie apoyó una mano en la puerta, justo a un lado de la cabeza de Jade, mientras le rodeaba los hombros con su otro brazo. Ella giró la cabeza por un momento, deseosa de saborear la fina piel de su muñeca, de sentir el latido de su sangre en sus venas. Así lo hizo: lamió su sudor y sintió la fuerza de su pulso reverberando en su lengua. Y se excitó aún más de ver el efecto que aquella caricia le había provocado, cuando la miró de nuevo y se perdió en sus ojos azules.

Perrie decidió que además de frotarse usaría sus dedos mágicos, no dejó de mirarla mientras introducía dos dedos en ella. Al principio se movió lentamente, con una absoluta contención. Jade entreabrió los labios en un débil gemido mientras la sentía hundirse cada vez más, centímetro a centímetro. Ahora y no sabía en que momento, ya eran tres dedos que se iban abriendo paso poco a poco con su cuerpo, dilatándola por momentos.

Una aventura temporal. Sabía que solo sería una aventura temporal, fugaz. Pero una aventura que jamás olvidaría. Al menos por aquella noche, Perrie sería suya.

—Perfecto —pronunció. Era lo mismo que había dicho antes.

Solo que esa vez Jade sabía de que estaba hablando. Sabía que quería decir, mientras se enterraba hasta el fondo en ella, que su conexión, que su encaje era perfecto. La sensación de fundirse con su cuerpo era lo más maravilloso que había experimentado jamás.

—¿Estás bien?—

Asintió, incapaz de hablar. Las sensaciones la asolaban por dentro: su aroma, el calor de su piel contra la suya, la caricia de su aliento en la mejilla. Incluso podía sentir su pulso, sintonizado a la perfección con el suyo, como si estuvieran compartiendo un único orgasmo.

—Perfecto —convino Jade.

Como si hubiera estado esperando aquella respuesta, para asegurarse de que no se oponía a una posesión tan increíblemente profunda, Perrie empezó por fin a moverse. Bajó su mano libre a sus caderas y la sujetó firmemente mientras se retiraba con lentitud... para luego volver a hundirse. La sensación fue tan maravillosa que Jade dejó escapar un débil sollozo.

El siguiente embate fue algo más fuerte. Y el siguiente también. Y a cada uno Jade reaccionaba con un gruñido más ronco, más alto.

—Más —ordenó, enterrando las manos en sus anchos hombros, todavía sorprendida por la fortaleza de su físico.

—Tú mandas.—

Perrie la alzó en vilo, sujetándola de las nalgas, controlando cada embate, cada movimiento, cada sensación. Enredado esa vez las dos piernas en torno a sus caderas, Jade le besó las mejillas y le acarició el pelo mientras se preparaba para el asalto de otro delicioso orgasmo.

Echó la cabeza hacia atrás y soltó un grito: se golpeó contra la puerta, pero no le importó. Como tampoco le importó que Perrie pareciera perder de pronto los últimos restos de control. Con un grito que dobló en volumen a los de ella, alcanzó también el clímax.

La abrazó durante un buen rato, todavía dentro de ella, jadeante, con el corazón latiendo salvajemente contra el suyo. Hasta que al fin la bajó al suelo, dejando que se sostuviera sobre sus temblorosas piernas.

No la soltó del todo: seguía rodeándole los hombros con el brazo derecho. De repente, retiró sus dedos de ella como no queriendo la cosa, alzó una mano y la tomó de la barbilla.

—¿Jade?—

—¿Sí?—

—¿Dónde vives?—

—Tengo un apartamento no lejos de aquí.— Perrie asintió antes de apartarse del todo, con una última caricia.

—Vistámonos. Si podemos, claro, teniendo en cuenta todos los botones que nos faltan —se la quedó mirando fijamente, como si quisiera estar segura de su reacción—. Si antes hablabas en serio y solo vamos a disponer de una noche...—

A Jade el corazón le dio un vuelco en el pecho. Sabía lo que le estaba preguntando. ¿Realmente quería atenerse al trato original?

Se sentía tan tentada de decirle que se olvidara de lo que le había dicho... Después de haber hecho el amor con ella una vez, le parecía inconcebible no repetirlo durante más de una noche.

Pero una vocecita interior, la misma que no había dejado de recordarle lo muy mal que habían terminado sus relaciones anteriores, no se lo permitió. Así que no dijo nada.

Perrie asintió con la cabeza y le plantó un rápido beso en los labios.

—Muy bien —le entregó su ropa y empezó a ponerse la suya—. Démonos prisa, entonces. Si solamente vamos a disponer de esta noche, quiero pasar el máximo tiempo posible en tu cama... haciéndote el amor.—

A Jade le tembló la mano. Porque con aquellas palabras, aquellas tiernas y sensuales palabras, una leve sospecha se le pasó por la cabeza.

Que una sola noche no iba a ser suficiente.


Lamento la ausencia, me tome unas vacaciones y bueno aquí esta el capítulo.

***25 votos y actualizo.

Paraíso al Descubierto || Jerrie +18✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora