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«Dulce». Sabía lo que quería decir: que en aquellos momentos la había visto con la guardia baja, emocionalmente vulnerable, sin barreras. Lo cual parecía gustarle.
El corazón le dio un vuelco. Pero enseguida se removió, inquieta.
—Retoma la imagen del algodón de azúcar —le ordenó. Prefería la conversación a la sentimental. Era más segura y menos arriesgada.
—Eres tan previsible...—
—¡No lo soy! —exclamó, indignada.
—Sí que lo eres, cariño. Tú querías echar mano de ese juguete sexual tuyo mientras yo te susurraba cosas eróticas, para provocarte un orgasmo. Y voy yo y me pongo a decirte ñoñerías.—
De acuerdo. Era así de previsible. No respondió nada al principio, mordiéndose el labio, hasta que finalmente le preguntó:
—¿Significa eso que no va a haber línea erótica?—
—¿Estás de broma? —bajó la voz mientras admitía, desaparecida toda diversión de su voz—: Estoy aquí con mis duros pezones cubriendolos con mis manos, pensando en todos los orificios de tu cuerpo por los que me gustaría penetrarte con aquel juguete tuyo o con el me penetrarías tu a mí, pero prefiero la primera visión.—
—Uy —susurró Jade. Algunos de aquellos lugares habían reaccionado instintivamente: la boca se le había quedado seca, y el sexo muy húmedo. Deslizó una vez más la mano por su vientre desnudo—. Dime más.—
Lo hizo, en un ronco murmullo:
—Quiero poseerte de todas las maneras posibles en que una mujer puede poseer a otra mujer.—
Cerró los ojos. La sola palabra «poseer» la hacía estremecerse. Jade era una mujer autodisciplinada, pero...¡cuánto había disfrutado aquella noche de viernes en Daytona!
Entregarse por completo a ella, sabiendo que no le haría el menor daño y que sólo deseaba regalarle el mayor placer posible, había sido una de las experiencias más excitantes de su vida.
—Pero primero tendríamos que deshacernos de todo ese algodón de azúcar.—
—¿Quieres que nos duchemos juntas? —se burló Jade.
—Ahora mismo no. Primero quiero tumbarme bocarriba y que te sientes encima de mí.— El pulso se le aceleró. Su aliento empezaba a entrecortarse.
—Te quiero sentada sobre mi cara, con las piernas bien abiertas para que pueda limpiarte a lenguetazos todo ese azúcar de sus muslos cremosos...—
Jade tensó de manera automática y refleja los músculos de las piernas. Se llevó las dos manos a su sexo y se tocó el clítoris, sorprendiéndose de su dureza y sensibilidad. Cada palabra que pronunciaba Perrie era como una invisible caricia.
—Será algo suave y esponjoso al principio. Y dulce. Cuanto más me acerque a ti, más azúcar encontraré. Porque estarás tan caliente y húmeda que ya se habrá derretido.—
—Oh, Perrie... —se arqueó en la cama mientras se acariciaba el clítoris con mayor fuerza, y deslizó luego el dedo entre los labios de su sexo. «Caliente y húmeda» era la descripción más exacta que se le podía ocurrir.
—¿Tienes idea de lo mucho que me gustaría lamerte por fuera... y por dentro? —le preguntó ella—. ¿Lo maravillosamente sabrosa que me sabrías?—
Estiró una mano hacia el juguete sexual que guardaba en un cajón de la mesilla. En aquel momento, más que nunca, le habría gustado haber tenido un grueso consolador de goma en lugar de aquel tan fino, de plástico. Quería que la llenara por completo. Que la poseyera.
—¿Jadey?—
—Estoy aquí —susurró mientras lo encendía para aplicárselo allí donde más lo necesitaba—. Bueno, más que aquí... casi estoy allí —oyendo como podía oír sus suspiros, sabía que ella no era la única—. Dime lo que va a suceder a continuación. Después de que me hayas limpiado a lamentadas todo ese algodón de azúcar.—
—Dímelo tú —la desafió ella.
—Fácil. Me deslizaré y frotaré todo a lo largo de ti, usando nuestro juguete sexual. Para torturarte lentamente.—
—No es justo. Yo no te estaba torturando.— le dijo Perrie con un puchero en el tono de su voz.
Lo estaba haciendo en aquel momento, porque le estaba regalando aquella fantasía cuando lo que ella quería era realidad. Pero tendría que conformarse con la imaginación, al menos por el momento.
—Sin embargo, estaría tan desesperada por tenerte dentro que en el instante en que sintiera la punta de nuestro juguete... me dejaría caer sobre ella. Y me penetrarías de golpe, con un solo movimiento.—
La oyó gruñir. Y aquel profundo, gutural gruñido de placer le recordó de pronto todas las otras ocasiones en que Perrie la había penetrado y las veces en que se había frotado contra ella. Apretó el vibrador con mayor fuerza. Las olas del clímax empezaban a barrerla: cada vez más altas, más rápidas. Ya no podía hablar, no podía escuchar, ni siquiera pensar. Sólo podía sentir cómo el placer reventaba por dentro en un torrente de calor, llenándola por completo.
Pero aquello duró poco. Demasiado poco. Nada comparado con la clase de satisfacción que solía recibir en los brazos de Perrie Edwards.
Jadeando con el teléfono pegado a la oreja, tuvo que admitirlo el silencio, sólo para sí misma: se había vuelto adicta a ella.
Y supo, sin ninguna duda, que haría todo lo que estuviera en su mano para volver a estar con ella.
Volví, lamento la demora, en un rato subiré el siguiente capítulo para compensarlos.
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Paraíso al Descubierto || Jerrie +18✔️
FanfictionLa piloto Jade Thirlwall siempre ha aspirado a una vida llena de aventuras...sexuales. Afortunadamente para ella...¡ve realizado su deseo con los juegos perversos que practica con la atractiva Perrie Edwards! Después de un primer encuentro explosivo...