Between us

769 59 11
                                    


~Maratón 2/3~


Una fina pátina de sudor humedecía la zona de cuello donde más le había apretado la camisa. Tuvo que morderse el labio para asegurarse de no cometer alguna locura, como acercarse para saborear aquella humedad, aquella piel. Ignorando la orden mental que la incitaba a hacerlo, se concentró en terminar de aflojarle la corbata.

Perrie no dijo nada: simplemente se la quedó mirando. Su expresión resultaba indiscernible a la débil luz interior del taxi.

Cuando hubo terminado, Jade dejó caer las manos sobre el regazo de su largo abrigo de invierno. No combinaba bien con el disfraz, pero la temperatura había bajado bastante con la caída del sol. Ignoraba sinceramente como las azafatas hippies de los setenta habían podido soportar el frío con aquellos uniformes...

—Entonces... ¿a ese cliente tuyo no le importará que te presentes con una... —reflexionó sobre la palabra y desestimó «pareja»— acompañante?

—Es un pub —repuso Perrie, con sus sensuales labios dibujando una media sonrisa—. Seguro que podrán acoger a un invitado más.—

—Vaya trabajo el tuyo, tener que ir a pubs a celebrar fiestas de Halloween —le dijo Jade, intentando pensar en cualquier otra cosa que no fuera su boca. En lo mucho que deseaba aquella boca. Y en la zona de su cuerpo donde le gustaría sentirla...

—No creo que pueda igualarse al tuyo: volar al Caribe para llevar a personas ricas o millonarias a que disfruten de unas vacaciones escandalosamente caras.—

—Habitualmente llevo a caprichosos y detestables ejecutivos a sus refugios privados también escandalosamente caros.— Perrie chasqueó los labios.

—Estoy segura de que lo considerarán una buena inversión —dudó por un momento antes de añadir—: Supongo entonces que debería alegrarme de que me hayas llamado «aburrida» en lugar de «caprichosa» y «detestable»...—

—Detestable no, desde luego —replicó inmediatamente.

—¿Caprichosa sí? —arqueó una ceja.

Jade se rascó la barbilla con un dedo, fingiendo reflexionar sobre ello. Sospechaba que aquella mujer no era caprichosa ni consentida, al menos en el sentido convencional del término. No parecía la típica niña rica, acostumbrada a que todo el mundo doblara el espinazo en su presencia. Y definitivamente tampoco era la clase de mujer que esperaba que otra mujer se le abriera de piernas al menor comentario insinuante.

Sí, Jade había conocido a unas cuantas de aquellas tipas. Era por eso por lo que siempre se había preguntado como podía haber mujeres en el mundo capaces de venderse a un viejo gordo y sudoroso por unos pendientes de diamantes.

Perrie no era de aquellas mujeres: ni física ni mentalmente. No era mimada ni consentida. Y sin embargo, algo en la confianza que exudaba, en su media sonrisa cuando le preguntó si era soltera, le decía que estaba habituada a conseguir lo que quería por lo que se refería a las mujeres. La manera como se había sentado muy cerca en el taxi, con actitud cómoda y relajada, cuando ella misma estaba hirviendo de excitación, le confirmaba que Perrie estaba segura de lo que quería que sucediera entre ellas. Y de su propia capacidad para hacerlo realidad.

Sexualmente confiado sí, pero no engreída. Porque la chica que había tenido aspecto de querer vomitar durante el viaje se había mostrado maravillosamente sexy y vulnerable. No desagradable, ni repugnante, ni prepotente.

—Tampoco caprichosa —admitió al fin.

—Menos mal. Como la mayor de seis hermanos, tuve que resignarme desde muy pequeña a no conservar nada propio. Al menos ninguna pertenencia que no terminara robada, rota o perdida.—

—¡Seis hermanos! — a Jade la idea la horrorizaba. Con una hermana perfecta y sumisa que hacía todo lo que sus padres esperaban de ella y nunca se apartaba del camino trazado...con eso era suficiente para ella, gracias—. Dios mío. Ni siquiera alcanzo a imaginarlo —murmuró.

—Ya —Perrie soltó una risita mientras añadía—. Te garantizo que eso no tuvo nada de aburrido.— Jade se mordió el labio antes de replicar, con todo algo tímido:

—Perdona por lo que te dije antes. Solo quería que te relajaras un poco.— Perrie podía parecer y ser una ejecutiva, pero ninguna mujer con aquel aspecto, aquella boca y aquel brillo de interés en los ojos podía ser considerada una mujer aburrida.

—Entonces... ¿funciona bien la estrategia?—

—¿Qué estrategia? —le preguntó, Jade confusa.

—La de insultar a las personas para hacer que se relajen. ¿Tienes éxito?— Ante su tono divertido, consciente de que se estaba riendo de sí misma a la vez que de ella, tuvo que admitir que le gustaba Perrie Edwards.

La deseaba. Y le gustaba. Dos puntos en contra de su lema no-soy-una-mujer-fácil-y-no-quiero-aventuras-fugaces. La perspectiva de aquella noche estaba mejorando por momentos.

—Conmigo te funcionó, por cierto —Perrie se apartó un poco para mirarla. El resplandor de las farolas dibujaban sus bellos rasgos en claroscuro. Su aliento formaba un vaho en el aire helado que no conseguía calentar la débil calefacción del taxi. Con voz baja y ronca, añadió a modo de promesa—: Porque estoy decidida a sacarte de tu error, Jade.—

El corazón le dio un vuelco. Algo en la manera que tuvo que pronunciar su nombre la conmovió profundamente. Pero se las arregló para no perder el aliento.

—¿Oh?—

—No habrá nada aburrido en lo que está a punto de suceder entre nosotras—

Keep reading!

Paraíso al Descubierto || Jerrie +18✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora