El mejor sexo - Parte III

830 54 8
                                    


Advertencia: Clasificación C


Perrie se preguntó por la reacción de su sensual pareja en su papel de policía cuando ella decidiera usarlas. Por el momento ella estaba al mando, pero ya había jugado ese rol en Cleveland. Ahora le tocaba a Perrie.

—Muy bien, agente Thirlwall. Supongo que soy su prisionera.—

Al menos por unos minutos, añadió para sus adentros. Porque pensaba invertir los papeles y dejarla absolutamente vulnerable e impotente, a merced únicamente del placer que estaba decidida a regalarle.

* * * * * * * * * * * * * * * * * 

Jade no sabía lo que había pasado. Tan pronto Perrie estaba tendida en la cama, sin blusa, con el pantalón desabrochado, los brazos estirados sobre el cabecero... como, al momento siguiente, era ella la que se encontraba en esa posición. Y con las esposas puestas.

—¿Qué estás haciendo?—Perrie no contestó al principio, ocupada como estaba revisando las esposas con las que le había atado la mano izquierda al cabecero. Hasta el momento sólo había utilizado una.

—No tenemos por qué usar las dos... —vaciló Perrie— si no te sientes cómoda.—

La intención de Jade había sido inmovilizarle las dos manos, decidida a tenerla completamente a su merced. Le agradeció en silencio aquella delicadeza. Pocos hombres habrían sido capaces de hacerle una pregunta semejante.

Y pocas mujeres habrían sido capaces de responderle «¡al diablo!» y dejarse esposar la otra mano. Que fue precisamente lo que hizo ella.

Perrie se estiró para esposarle la otra muñeca. Acto seguido, se inclinó para acariciarle los labios con los suyos.

—No he dejado de desearte desde la última vez que nos vimos —le dijo Jade.

—Lo sé.—

—De acuerdo, ya me tienes, pedazo de tonta. Y ahora... ¿qué piensas hacer conmigo?—

Perrie estaba ya casi desnuda, mientras Jade tan sólo se había quitado los zapatos. Lo cual podía constituir un problema cuando intentara quitarle la blusa. Pero confiaba en ella. Era una mujer de recursos.

Y, sobre todo, la blusa tenía botones. Por delante.

—Ya se me ocurrirá algo —la miró ceñuda—. Entonces, señorita policía, ¿está usted habituada a dejarse sobornar por favores sexuales?—

—Sólo en circunstancias muy especiales.— Perrie procedió a desabrocharle el pantalón. Jade alzó las caderas para que pudiera bajárselo con facilidad, sintiendo en todo momento la caricia de sus dedos en su piel.

—¿De qué circunstancias estamos hablando?—

—Pues cuando me encuentro por ejemplo en situación de abstinencia sexual —se humedeció los labios—. Y me topo con una mujer que considero podría llegar a satisfacerme.— Perrie chasqueó los labios.

—¿No hemos tenido esta misma conversación dentro de un cuarto de almacén? ¿Todavía te queda alguna duda de que pueda satisfacerte?—

Fingiendo una expresión inocente, Jade le preguntó a su vez:

—¿Un cuarto de almacén? No sé de que está hablando usted.—Perrie entonces se ocupó entonces de sus braguitas; agarrando el elástico, se las bajó también por las caderas y los muslos. Esa vez ella no colaboró. Le gustaba la manera que tenía de mirarla mientras la desnudaba.

Paraíso al Descubierto || Jerrie +18✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora