Violencia y oscuridad

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POV Helena.


— Helena, ¿me estás escuchando? — cuestionó Madison, la psicóloga a la que acudo desde principio de año. — Estás muy ausente desde que ha empezado la sesión, ¿hay algo que quieras compartir conmigo? — Inquirió.

— Lo siento, últimamente no sé dónde tengo la cabeza. — Sí lo sabía, mi mente estaba en el padre de Nathan y en sus delitos.

— ¿Estás segura? Ya sabes que puedes decirme cualquier suceso de tu vida que afecte a tu mente. — Es difícil mentir a una psicóloga.

— Es algo que le pasa a Nathan, estoy preocupada, pero es algo que solucionaré con él, no quiero compartirlo aquí. — Zanjé el tema.

— Está bien, lo comprendo. En ese caso, háblame de tus pesadillas, ¿este mes las has tenido con regularidad? —

— Cada vez son menos frecuentes, incluso cuando duermo sola. Pero... ahora empiezan a cambiar — admití. — Mi padre sigue saliendo en todas, pero ya no son sólo sobre él. Hay un momento, en el que me encuentro sola en un sitio oscuro, siento mucho frío, empiezo a moverme pero por más que ande el lugar nunca cambia, es como si no avanzara. Entonces comienzo a llamar a mi madre o a Nate, grito todos los nombres de mis seres queridos, pero nadie responde. Después de eso, me despierto — concluí.

 Después de eso, me despierto — concluí

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— ¿Te da miedo estar sola, Helena? — preguntó.

— No, creo que no. Quiero decir, siempre he hecho las cosas sola, me acostumbré desde pequeña, y en cierta forma me gusta la soledad, y a veces incluso la necesito.

— Pero te da miedo perder lo que tienes actualmente — especificó.

— No sé qué haría si mi vida dejase de ser como es ahora — reconocí.

— Helena, toda tu vida ha estado compuesta por maltratos y personas dañinas para ti. Y en un año has conseguido una relación sana y estable, unos amigos cercanos y una unión entre tu madre y tú que deseabas desde hace mucho tiempo. Te has sentido mal durante tantos años, que ahora que has conseguido algo que te hace sentir feliz y querida, te aterra perderlo. —

— ¿Y cómo dejo de sentir miedo? —

— No puedes. El miedo es una de las seis emociones primarias con las que nacemos. Nacemos con miedo, pero no somos miedosos, aprendemos a sentir miedo. Las personas nos hacen sentir miedo. Por ejemplo, de pequeño te dicen que no hables con desconocidos porque es peligroso, eso te hace sentir miedo hacia las personas ajenas a tu entorno; sin embargo, si no hablásemos con desconocidos no podríamos entablar relaciones — explicó. — El miedo se convierte en un problema cuando es disfuncional, es decir, cuando lo que ocurre a consecuencia de sentirlo es peor que lo que ocurriría si no lo sintiésemos. Mi consejo es que te atrevas, Helena. Atrévete a todo lo que sueñes, atrévete a sentir, a ganar y también a perder. Atrévete a vivir. —

Atrévete a intentarlo. #ClydeA17 #AP2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora