POV Nathan.
Mi mano estaba unida a la de Helena mientras recorríamos las calles buscando el edificio al que nos dirigíamos.
— 38... 39... Aquí es, el número 40. — Nuestros ojos examinaron la construcción; una puerta negra, ventanas negras en cada piso y una fachada gris la componían. Simple y feo.
— ¿Qué piso es? —
— El octavo A. Parece que va a salir alguien, a lo mejor nos deja pasar. — Giré mi cara para ver a una chica con un bebé en brazos que venía hacia la puerta.
— ¿Entráis? — pregunta con una sonrisa, a pesar de que el bebé le estaba babeando toda la cara.
Asentimos y entramos después de darle las gracias.
— Era precioso. ¿A qué si? — Sonrío mirándola.
— A ti te parecen preciosos todos los bebés. —
— Porque todos lo son — afirmó haciéndome reír.
Salimos del ascensor y tocamos el timbre de la puerta del piso. Un Eric con camiseta blanca y vaqueros nos abrió la puerta. Era raro verlo con ropa casual, ya que las pocas veces que lo habíamos visto siempre había llevado traje.
— Hola, chicos, pasad. — Se hizo a un lado para dejarnos pasar al mismo tiempo que nosotros le devolvíamos el saludo.
Cuando entramos, recorrí la estancia con mi mirada. Un salón, adornado con un sofá, un pequeño sillón, una tele y una mesa con un portátil encima, una pequeña cocina y dos puertas, que imagino serán de la habitación y el baño.
— Sentaos — dijo señalando al sofá, mientras él se sentaba en el sillón.
— ¿Habéis tenido algún problema para venir?, ¿dónde piensa tu padre que estás, Nathan? —
— No piensa que esté en ningún sitio, hace mucho tiempo que dejé de darle explicaciones sobre a dónde voy. — Dudo que mi padre se preocupe por dónde estoy, pensé.
— Bueno, a partir de ahora mi casa será nuestro lugar de reunión, aunque intentaré que nos veamos lo menos posible, es más seguro hablar por teléfono — nos informó. — Bien, la situación es ésta, no tenemos nada. Y necesitamos muchas pruebas para meter a alguien como tu padre en la cárcel, por no hablar de sus socios, que ni si quiera sabemos con certeza quienes son. Nathan, me dijiste que Peter sigue siendo su mano derecha, ¿verdad? —
— Sí, trabaja para mi padre desde hace muchos años, empezó siendo un becario y ha acabado siendo su mano derecha. Estoy seguro que si alguien sabe algo, es él — Añadí.
— Vale, necesitamos tener acceso al móvil y al ordenador, tanto de Peter como de tu padre. —
— Y, ¿cómo hacemos eso? — pregunté.
— Chicos, tenéis que tener claro lo peligroso que es esto, intentamos destruir a personas con mucho poder. Puedo intentar infiltrar a alguien en el bufete de Henry y... —
— No — le interrumpí. — No se fiaría de alguien recién llegado, puedo hacerlo yo. —
— Nosotros. Nosotros lo haremos. — Giré mi cara hacia Helena al escucharla.
— No quiero que te pase nada. — Con mi comentario me gané un levantamiento de cejas de su parte. — ¿Estás segura? — Su mirada me decía que estaba decidida a ayudarme. Suspiré agradecido y asustado al mismo tiempo. Nos protegeríamos el uno al otro.
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Atrévete a intentarlo. #ClydeA17 #AP2017
Genç KurguRob, el chico con miedo al abandono. Sam, el chico duro con miedo al compromiso. Helena, la chica que no confía en los hombres. Nathan, el chico que convive con la culpa en lugar de un corazón. María, la chica a la que nunca le han roto el coraz...