capitulo 37

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Intenté liberar mi hombro. Tenía el abrigo y la camisa clavados en la pared con una especie de pincho o daga negra de unos treinta centímetros. Me había desgarrado la piel al atravesarme la ropa y el corte me ardía de dolor. Ya había sentido algo parecido otra vez. Era veneno.

Hice un esfuerzo para concentrarme. No iba a desmayarme.

Una silueta oscura se nos acercó. En la penumbra distinguí a Espino. Aún parecía humano, pero tenía una expresión macabra. Sus dientes relucían y sus ojos marrón y azul reflejaban el fulgor de mi espada.

—Gracias por salir del gimnasio —dijo—. Me horrorizan esos bailes de colegio.

Traté de asestarle un tajo con mi daga, pero estaba fuera de mi alcance.

¡Shisssss! Un segundo proyectil salió disparado desde detrás del doctor, que no pareció haberse movido. Era como si tuviera a alguien invisible detrás arrojando aquellas dagas.

Bianca dio un chillido a mi lado. La segunda espina fue a clavarse en la pared, a sólo unos centímetros de su rostro.

—Los cuatro vendréis conmigo —dijo Espino—. Obedientes y en silencio. Si hacéis un solo ruido, si gritáis pidiendo socorro o intentáis resistiros, os demostraré mi puntería.

Yo no sabía qué clase de monstruo sería el doctor Espino, pero rápido sí que era.

Tal vez podría defenderme si lograba sacar mi varita. Sólo tenía que decir un hechizo pero por obvias razones no podría sin revelar donde estoy, lo que soy, pero aun así podría hacer aun sal algo mal parada. Ahora bien, proteger a los Di Angelo ayudar a Percy ya era otra historia. Para eso necesitaba ayuda, y sólo se me ocurría una manera de conseguirla por lo que le susurre a mi hermano por lo bajo q me siguiera el juego.

Cerré los ojos.

—¿Qué haces, niña Jackson? —silbó el doctor—. ¡Muévete!

Abrí los ojos y seguí arrastrando los pies.

—Es el hombro —mentí con aire abatido—. Me arde.

—¡Bah! Mi veneno hace daño pero no mata. ¡Camina!

-no creo que mi hermano este mintiendo y esa herida parece muy grave

Nos condujo hasta el exterior mientras yo me esforzaba en concentrarme. En que mi hermano hiciera lo que hizo con Grover. El verano pasado ellos habían creado una conexión por empatía y le había enviado varias visiones en sueños para avisarle de que estaba metido en un apuro. Si no me equivocaba, seguían conectados, aunque creo que Percy nunca lo había forzado. Ni siquiera estaba muy seguro de que funcionara estando Grover despierto.

Espino nos guiaba hacia los bosques. Tomamos un camino nevado que apenas alumbraban unas farolas anticuadas. Me dolía el hombro, y el viento que se me colaba por la ropa desgarrada era tan helado que ya me veía convertido en un carámbano.

—Hay un claro más adelante —dijo Espino—. Allí convocaremos a vuestro vehículo.

—¿Qué vehículo? —preguntó Bianca—. ¿Adónde nos lleva?

—¡Cierra la boca, niña insolente!

—No le hable así a mi hermana —dijo Nico. Le temblaba la voz, pero me admiró que tuviese agallas para replicar.

El doctor soltó un horrible gruñido. Eso ya no era humano. Me puso los pelos de punta, pero hice un esfuerzo para seguir caminando como un chica obediente. Por dentro, rezaba a los dioses q la conexión de Percy y Grover fuera lo suficiente fuere para traer refuerzos

YO SOY ANASTASIA jACKSONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora