capitulo 60

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Aguardar a que Annabeth regresara me pareció mucho más difícil que ir a visitar al Oráculo.

Yo solo había oído pronunciar una profecía una vez. Cuando el Oráculo se había dado un pequeño paseo por el bosque. Aún tenía pesadillas sobre aquello. Yo nunca me había sentido amenazado por la presencia del Oráculo, pero había oído historias de campistas que habían perdido la razón o sufrido visiones tan reales que se habían muerto —literalmente— de miedo.

Percy Caminaba de un lado para otro, esperando, parecía todo un novio preocupado pero entendía el, por qué. Mientras la Señorita O'Leary junto a Acua devoraba su almuerzo, que consistía en cincuenta kilos de carne picada cada una y un montón de galletas para perro, cada una tan grande como la tapa de un cubo de basura. Me pregunté de dónde sacaría Quintus aquellas provisiones. No me parecía muy posible que se encontraran en cualquier tienda de mascotas porque si era así tendría que empezar a visitar dicha tienda por Quintus estaba malacostumbrando a Acua.

Quirón se hallaba enfrascado en una conversación con Quintus y Argos. Daba la impresión de que no estaban de acuerdo. El primero no paraba de mover la cabeza.

Al otro lado del ruedo, Ty son y los hermanos Stoll jugaban con unos carros de bronce en miniatura que el grandote de mi hermano había fabricado con unos trozos viejos de armadura.

Mientras que yo me había sentado a esperar observando todo Percy Dejo de dar vueltas. Y se quedó mirando a través de los campos la ventana del desván de la Casa Grande, donde no se veía ninguna luz ni el menor movimiento. ¿A qué se debía su tardanza? Estaba casi segura de que la otra vez no había necesitado tanto tiempo para obtener una respuesta del Oráculo.

—Percy —susurró una voz femenina a mi Hermano pero yo estaba lo suficiente cerca de el para escucharla.

Enebro se asomó entre los arbustos. Era curioso cómo se volvía casi invisible cuando estaba rodeada de plantas.

Le indicó por señas que me acercara con urgencia por lo cual tuve que hacer un esfuerzo sobre humano para escuchar.

—Tienes que saberlo: Luke no ha sido el único al que he visto rondando cerca de esa cueva.

—¿Qué quieres decir?

Ella se volvió hacia el ruedo.

—Tenía intención de contarlo, pero él estaba delante.

—¿Quién?

—El instructor de espada —dijo—. Estuvo fisgoneando por las rocas.

—¿Quintus? ¿Cuándo?

—No sé. Yo no me fijo mucho en el tiempo. Tal vez fue hace una semana, cuando se presentó aquí por primera vez.

—Pero ¿qué hacía? ¿Llegó a entrar?

—No... no estoy segura. Me da escalofríos, Percy. Ni siquiera lo vi llegar al claro. De repente, estaba allí. Tienes que decirle a Grover que es demasiado peligroso...

—¿Enebro? —Era Grover quien la llamaba—. ¿Dónde te has metido?

Ella suspiró.

—Será mejor que me vaya. Recuerda lo que te he dicho. ¡No te fíes de ese hombre!

Regresó al ruedo corriendo. Eso solo aumentaba mis sospechas sobre el, creo que él tenía más información de la que nos estaba dando pero ¿Cuál?

Yo miré la Casa Grande, para que no se descubra que los estaba oyendo. Pero presentía que Percy iba a querer conocer la opinión de Annabeth. Por qué el nunca entendía las indirectas de la gente y sospecha que no había entendido nada de lo que dijo la ninfa. Al final, no pudo resistirlo más.

YO SOY ANASTASIA jACKSONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora