9.- Saliendo con amigos

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Once años antes...

2007

Era, creo, la segunda vez que me animaba a sacarle de casa aún sin el permiso de Tails. Se suponía que sería hasta que pasasen por lo menos un par de años, pero tampoco era como que fuera a dejarle en casa solo.

Los chicos organizaron una salida en la que nos reuniríamos los mismos de todas las veces: Knuckles, Shadow, Sonic, Rouge, Amy y yo. Tails solía dormirse temprano, así que él descartó la idea en cuanto le dijimos al igual que se negó a hacerse cargo de Mephiles mientras tanto.

Ahora tenía que cargar con él a quién sabrá dónde con los chicos o quedarme en casa como ya hacía un año.

Eso ¡ni de loco!

Caminábamos por la acera, en dirección a uno de los bares en donde me había citado con los chicos, llevando al azabache tomado de la mano. No tenía ni la menor idea de qué dirían ellos al ver que lo traje conmigo.

— Ya te lo dije, comportate y no hagas enojar a Knuckles o a Shadow —le repetí por milésima vez, sino más; sentía su presencia algo ausente. Aún se me hacía raro que ni siquiera se la pasase hablando o preguntando en lo que llevábamos del camino.

Giré mi mirada hacia él en cuanto nos detuvimos fuera de aquel bar, en unas bancas rodeadas con plantas y pequeños arboles. Los chicos aún no llegaban y suponía que tardarían bastante más.

Le miré atento, notando como se mostraba de lo más maravillado con cada destello que los faroles hacían, contrastando con el manto negro que cubría el cielo. Nunca antes lo había sacado de noche o por lo menos no que estuviera consciente.

Me senté en una de esas bancas mientras él con pequeños brincos hacía lo mismo, continuando con su vista clavada en todas las luces de los edificios, faroles, vitrinas y aparadores. Benditas sean estas vistas que me libran de su mente tan curiosa.

Sentí una mano posarse en mi hombro, me giré para toparme aquel par de ojos azul agua y una pretenciosa sonrisa de color rojo. Le devolví ese gesto colocándome de pie, saludando a la chica con un beso en la mejilla. Los demás estaban detrás de ella.

— ¡Hey, blanquito! Creí que no vendrías —se apresuró a decir el equidna, tomando prontamente lugar frente a la joven, causando un pequeño gruñido de ésta por su descortesía —. ¡Por Chaos! ¿para qué lo trajiste? —preguntó en cuanto notó la presencia de Mephiles. Fruncí el ceño al escucharlo.

— Tengo que cuidarlo ¿lo olvidas? —dije serio, cruzando mis brazos; pronto volvimos aquello una batalla de miradas, la cual el azul se apresuró a detener.

— Bien, bien, vamos adentro, no hay que pelear por algo mínimo hoy —tomó una de las púas de Knux, halándole primero, encaminándole a la entrada del sitio aquel.

Suspiré frustrado, intentando no enojarme más. Él había sido el primero en decir que yo tenía que cuidar de Mephiles y de allí todos cedieron.

Mi mano fue tomada de nuevo, llamando mi atención y virando mi vista a donde estaba el menor de nosotros.

— ¿Sí?

— Tengo hambre —hizo un pequeño gesto apenado con su ceño y orejas bajas, causándome algo de gracia al igual que a Ames.

— Vamos adentro, entonces.

No se trataba de ese típico bar de película del viejo oeste o algo por el estilo, había barra y además de eso era restaurante, tenían muy buena comida y podían entrar a cualquier edad. Tampoco era como que pudiéramos beber, además de Rouge, ninguno pasaba de los 16 años.

Nos terminamos aburriendo después de estar allí un rato, comimos y fuimos al parque en donde se miraban möbians ir de un lado a otro, parejas, niños, familias enteras. Era esa parte linda la cual una enorme orbe siempre tenía oculta.

No pude evitar retrasar mi andar cada que Mephiles se detenía a ver algo "nuevo", terminando incluso divirtiéndome por sus reacciones.

— ¡Silver, rápido! —escuché decir a Amy; rodé los ojos y halé al azabache de la mano, llevándole a donde los chicos.

— Silver, mira, ¡nubes que se comen! —le escuché decir de pronto mientras apuntaba al carrito de algodones de azúcar. Rouge también miró aquello, inclinándose frente a Mephiles con una sonrisa.

— ¿Quieres uno? —se apresuró a asentir, evitando siquiera decir alguna palabra.

No solía hablar con los chicos, les tenía algo de miedo cada que estaban cerca de él.

— ¡Le compras a él y a mí no! —gritó molesto el de ojos morados, causando que la chica negara con una notoria mueca de molestia.

— Cariño, ya estás muy grandecito para eso.

Pronto las risas de los chicos se hicieron notar alrededor de ellos, incluso la de Mephiles que reía bajito. La albina se retiró con el niño tomado de la mano, volviendo después de unos minutos con no solo el algodón, también un buen puño de globos de helio.

Este niño es cosa seria.

— ¡Silver, Silver, mira!, ¡mira que bonitos son! —exclamó risueño, soltando la mano de la chica para correr hacia mí con emoción palpable por las cosas que tenía en manos. Me tendió estos, como si tuviera la misma curiosidad que él por ver aquello —. ¡Vuelan, Silver! ¡Son fabulosos!

— Te amarraré unos diez más en la cabeza para que mires como tú también vuelas —escuché decir a Knuckles a Shadow, el cual rió un poco. Gruñí.

Sabía perfectamente que ellos aún le consideraban una amenaza, creían que su comportamiento lo hacía como una pésima actuación o que en cualquier momento atacaría.

Y también sabía que eran capaz de atacarle si llegase a hacer algo que consideraran sospechoso. Aún no comprendían que realmente se trataba de un niño, yo era fiel testigo de eso...

Volvimos a casa después de un par de horas de burlas y risas; cargaba a un dormido erizo negri-verde al igual que aquel día en el centro comercial. A las orillas de sus labios aún se notaba un poco de rosado del algodón y en una de sus muñecas tenía atados los listones de los globos, provocando que esta se elevara un poco a causa de estos...

Era curioso tener que acomodar todas tus actividades ante la presencia de un niño, pero resultaba terminar siendo más divertido de lo que se llegaba a siquiera imaginar...

Incluso, ésta la considero como la mejor noche de "fiesta" gracias a él...

—1048 palabras—

30 Días de OTP [Silvephiles]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora