27.- En uno de sus cumpleaños

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Once años atrás...

2007

Hoy justamente se cumple un año de tener que soportar al mini demonio en mi casa y vaya que pasa rápido el tiempo...

Y sí, éste hubiese sido un día de lo más normal si mi bocota no le haya prometido a Mephiles que le celebraría una fiesta de "cumpleaños" y todo por haber sido invitados hace un par de meses a la fiesta de Rouge.

Después de que él me haya preguntado mil y una vez "¿qué es eso?" Y explicarle cual mamá milenial, terminé prometiéndole una. ¡Claro, quién sabe o le importe qué día nació el engendro del mal! Pero accedí a "celebrar" cuando un año de su llegada se ajustara. O sea, hoy.

Y también, se me había olvidado hasta que ya era tarde noche.

Ya sé, ya sé, yo sería un padre ejemplar. ¡Nótese el sarcasmo!

Había llegado del centro con un paquete de muffins con chocolate y unas cuantas velitas de colores, un par de globos que quedaban en la tienda a la que fui y un espanta-suegras. No tengo la menor idea de por qué todos los artículos de fiesta estaban agotados. ¿Qué? ¿Todo Möbius cumple años hoy? 

Él me esperaba en el sofá, dormido en una de las cobijas que... ¡Mierda, le dije que no tocara mi mantita!

— Cálmate, Silver, es solo una frazada, no hagas estupideces por eso —suspiré para tranquilizarme y no degollar al pobre mocoso que ni siquiera se había dado cuenta de que estaba de vuelta en casa.

Comencé a "armar" la pequeña celebración, colocando uno de los muffins al centro de la mesa con una velita y los globos por allí, amarrados a cualquier cosa que lo dejara a la vista.

Siquiera había invitado a los chicos, reitero que hasta a mí se me había olvidado esto, no tenía nada más preparado que ese pastelito improvisado y ni siquiera se lo quería dar ya que le tenía prohibido lo dulce.

Era un completo desastre...

Los globos terminaron explotando al mismo tiempo, quién sabe por qué y con dicho ruido terminó despertando todo asustado el pequeño erizo.

— ¿Silver? —me miró saliendo de la cocina y se apresuró a correr hacia mí con la frazada envuelta en su cuerpo y arrastrando...

¡Joder, la va a ensuciar!

— ¿Qué fue eso, Silver? —se aferró a mis piernas y miró a todas partes como un pollo sin mecate, como si algún monstruo saliera de la nada y se lo fuese a comer. Bufé.

Se separó un poco en cuanto ya no parecía escucharse nada, notando la llama de la vela sobre la mesa. Me soltó y fue allí mientras yo solo lo observaba. Con que no diga que es muy poco, todo bien.

— Feliz cumpleaños —expresé con toda la euforia que sería capaz de demostrar, aunque se lo tuve que repetir ya que no me había logrado escuchar.

Miró el cupcake y después me miró, dando un chillido emocionado que incluso me hizo tapar mis oídos.

— ¡Es mi cumpleaños! ¡Es mi cumple! ¡Estoy teniendo una fiesta de cumpleaños! —exclamó emocionado, saltando sobre la silla en la que se había subido y aleteando la manta cual capa de superhéroe. Negué.

Ni él recordaba, bien pudiese haber pasado esto por alto y ni siquiera se hubiese dado cuenta. ¡Si serás pende...!

— Silver, ¿tengo que pedir un deseo? —preguntó bajito para sacarme de mi trance momentáneo, mirándome con esos ojos verdes bien abiertos.

Asentí al escucharlo, acercándome para quedar apoyado en el respaldo de la silla que estaba frente a él. Juntó sus manos y cerró los ojos con una sonrisa en los labios, balbuceando tan bajo que no logré siquiera leer sus labios.

Abrió los ojos y sopló la vela, llevando su mirada a mí para sonreír ilusionado.

Después de eso le propuse mirar la película que él quisiera mientras comíamos un poco de palomitas. Accedió escogiendo Toy Story 2, acurrucados en el sofá y envuelto en esa manta que terminé por obsequiarle.

Algo tenía que darle de regalo y pues, ese fue otro de los innumerables detalles que olvidé buscar hoy.

— Y a todo esto —siseé cuándo la película terminó, observando al erizo que se encontraba casi dormido en mi pecho, con restos de palomitas pegados a sus mejillas —. ¿Qué fue lo que deseaste?

Le miré parpadear varias veces antes de dedicarse a frotar su rostro en mi pecho. Bufé ya que me había dejado todas las migajas en mi mechón. Cerró de nuevo los ojos y se dio el completo permiso de abrazar mi cintura.

— Quedarme siempre contigo...

Abrí mis ojos con sorpresa y pasé mi mano a su espalda para dar un par de palmadas en ella, dejándole así usarme de almohada.

— Gracias, Silver, éste ha sido el mejor cumpleaños haya existido. —musitó antes de caer dormido.

Sonreí al escucharle, acomodando mi cuerpo mejor en el sofá para dejarme llevar por el sueño al igual que él...

Y eso que aún faltaban muchos más que celebrar...

—829 palabras—

30 Días de OTP [Silvephiles]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora