Capítulo 8

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Puso un par de Hash Browns en cada plato, Bacon, huevos revueltos y los dispuso frente a sus comensales.

— ¿No has hecho Tteokguk? — pregunto Shin Woo arrugando la nariz decepcionado.

—El año nuevo Coreano fue hace casi un mes.

—No he madrugado para llenar mi cuerpo de fritos—infló los mofletes como un niño a punto de tener una rabieta—. Sang Jae, espero que en tu boda pongas Tteokguk.

—Lo dudo mucho –contestó empujando con su dedo uno de los carrillos de su amigo hacia dentro.

—Habéis madrugado para disfrutar de mi presencia ­—Henry se sentó frente a sus amigos en la isleta de la cocina y tomo un sorbo de su café.

—Míralo, parece que se ha formalizado con los años y sigue siendo un engreído que no es capaz de reconocer que no puede vivir sin nosotros. ¡Tú nos has levantado de la cama para que viniéramos a desayunar contigo!

Henry hizo un mohín y comenzó a comer su Bacon.

— ¿No esperamos a Abbi? —preguntó Sang Jae con timidez. Desde que había entrado en la casa esperaba verla para que el impacto que esto le suponía pasara lo antes posible y pudiera relajarse.

—Abbi puede tardar en amanecer horas. Tiene un eterno Jet lag sobre ella desde que vinimos y además anoche nos acostamos tarde.

— ¿Dormisteis poco? —silbo Shin Woo elevando las cejas insinuante.

Henry se llevó la mano a la nuca y cabeceo asintiendo.

— ¡Por fin! ¿Cuántas veces hicisteis las paces?

—No seas capullo, no voy a decírtelo.

— ¿Tres?

Mientras bromeaban, Sang Jae comenzó a comer, masticando, masticando sin parar, centrándose en contar hasta diez antes de tragar y volver a empezar. No quería oír aquello. No deseaba saber ningún detalle por mas mínimo y escueto que fuera sobre como Henry ocupaba un sitio que el ansiaba desde hacía años.

—Solo voy a decirte que las cosas van a volver a ser como siempre entre nosotros.

Cuando despertó y no vio a Henry se sintió decepcionada. La noche anterior, al llegar a la cama se juraron una y mil veces entre besos y caricias, que no dejarían morir aquello. Y sin duda esa no era la mejor manera de empezar. La noche había estado llena de euforia y como si de una borrachera se tratara los sentimientos se exaltaron, pero al despertar, con la resaca, todo parecía haber vuelto a la normalidad. El ausente y ella con la eterna sensación de vacío. Y dudas, muchas dudas. Se preguntó si había actuado bien. Si no debía de haberle pedido a Henry tiempo para aclarar sus sentimientos. Incluso si no debía de haber confesado toda la verdad. Pero estar en el restaurante de sus abuelos, verlo bajo la luz de la luna tan guapo, diciéndola que se moría sin ella no pudo evitar cegarse ante aquel Henry de antes y rogarle que luchara. Pero no era solo cosa de él, ella también debía luchar, poner de su parte y pensándolo fríamente no sabía por dónde iba a empezar. Lo primero que decidió es que no tendría un día tan penoso como el anterior. Si lo hacia volvería a pensar en Jae más de lo que debería. Y no podía permitírselo, no ahora que había elegido ya un camino. Se dio una ducha, se puso unos vaqueros ajustados y una camisa blanca estampada con el pequeño mensaje "To The Moon and Back". Se dejó el pelo aun algo húmedo, decidiendo que iba a dejar que sus ondas fluyeran libremente, sin darle forma con productos capilares o calor.

Cuando bajaba las escaleras escucho a Henry, se reía a carcajadas. Parecía estar en la cocina. Sonrió sorprendida gratamente de que estuviera allí. Cuando entro lo vio, llevaba puesto un delantal negro con ribetes finos blancos y aun tenia puesto pijama. De espaldas sentados sobre los taburetes de la isla central Sang Jae y Shin Woo.

Recordé quien era.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora