Darren tomó un respiro, todo lo que le habia contado Joseph era dificil de procesar. Le pidio al oficial hablar con ambos, pasaría con Joseph y les darían la noticia que ya habian asignado fecha para el juicio. Aparecieron juntos, ______ y Nick se sonrieron. No se habian visto desde la noche del crimen . Habían pasado ya setenta y ocho horas después del incidente, aun no había noticias de Miranda. _____ deseó abrazar a su padre, tenía el cabello cubierto por un ligero velo de canas hacía tanto que no lo veía. Ella le sonrio y le tomo la mano por encima de la mesa.
-¿Tu me crees, verdad?
-Yo te creo, mi niña. Sé que no hicieron nada.
-Hola, Señor Gobernador...-saludó Nick, apenado .
-Ya no tienes a qué temer Nick, han pasado muchos años, ya embarazaste a mi hija, seria algo hipócrita de tu parte. -Darren rio.
Joseph colocó la orden de cargo sobre la mesa, se aclaró la garganta y procedió a indicar.
-El juicio es el veintitrés. En menos de una semana, va a ser complicado reunir todas las evidencias, sin embargo no es imposible. Ya tengo algunos planes bajo la manga por si un detallito se sale de control. No habrà ya manera de que suceda algo, si tengo suerte, no los enviarán a la correccional a esperar el juicio. Voy a pelear por que se queden en el separo.
-Joseph, confiamos en ti. -Dijo Nick.-¿Quién es el juez que va auditar el caso? -preguntó Darren a Joseph.
-Marsello Flemming.
-¿Y qué has escuchado de el?
-Incorruptible, imparcial. Justo. Es lo que necesitamos.
La lúz de una vieja farola resplandecía sobre el pavimento. Sara sostenía una sábana manchada de color rojo sobre su pelvis. La tiró a la basura, mientras las manos le temblaban, sentía que el corazón le latía fuerte, la sensación de pesadez en su cuerpo parecía atarla a mil rocas. En un esfuerzo por movilizarse se montó en su auto, aparcó frente al hospital Santa Mónica, lucía pálida y sin vida. Su cabello rubio parecía haberse tornado gris y sin brillo...había lágrimas en sus ojos, la tristeza agobiante la asfixiaba...tomó su teléfono celular.
-Mamá, hay un problema muy grande y necesito tu ayuda...estoy en el hospital Santa Mónica y mejor que vengas rápido...-Colgó.
Una de las enfermeras notó su presencia y pidió una camilla de inmediato, le tomó el pulso; 80/59, estaba muy bajo, sus signos vitales estaban muy afectados, latidos débiles, presión muy baja, fiebre de 39 ºC . Estaba a punto de morir. Carlota llegó tan rápido como pudo. La tomó de la mano.
-¿Qué fué lo que sucedió? Hija, la enfermera me ha dicho que estas muy grave...piensan que es sobredosis. ¡¿consumiste drogas, Sara?!
-Ma...má...-susurró.- le...gra..hhh
-Tranquila, Sara...no puedes hablar estás muy débil. Te van a entubar para limpiar tu estómago.
-No...le...legrado.
-¿Has dicho legrado?
-Si...
-¿Estas embarazada, Sara? ¿El bebé es de Luther?
-Solo dile a la...enfermera que...me realizaron un...aborto...cla...clandestino.
-¡Enfermera! ¡Enfermera! -Carlota hizo señas con la mano, la pelirroja que la habia asistido antes volvió al acto.
-¿Pasa algo?
-A mi hija le han realizado un aborto clandestino, no sé quién se lo hizo, pero por favor hagan algo...- La enfermera se la llevó a una habitación en donde la aislaron, la conectaron a un respirador y programaron una cirugía de urgencia, un legrado. Carlota pagó una cantidad enorme de dinero al hospital para que guardaran la discreción, después de que semanas antes su divorcio con Darren Pemberton había estado en cada planilla y cada programa de chismes, otro espectáculo más no era necesario.
La cirugía de Sara duró aproximadamente dos horas y cincuenta y dos minutos, esa noche Carlota durmió en el hospital. A las ocho de la mañana en punto, Sara habia despertado de la anestesia, Carlota se incorporó inmediatamente y sostuvo su mano...
-¿Qué sucedió, hija...? Cuéntame mi niña...
-Mamá, es algo dificil para mi esto. Y debes saber que Luther jamás debe saberlo.
-Puedes confiar en mi...
-Hace dos meses, cuando el doctor Finn te visitaba, yo estaba en mi cuarto...me colocaba la pijama cuando lo vi en el umbral de la puerta, sonriéndome.
-Qué hermosa te has puesto, Sara. Con razón tu novio está tan enamorado de ti. -Friedrich cerró la puerta a sus espaldas, suavemente, mientras veía los ojos de Sara, clavados en los suyos dislumbrados de pánico. La tocó por el hombro, plantando un beso en su cuello. Sara se estremeció de miedo, haciéndose a un lado.
-Po...po...porfavor váyase antes de que grite por ayuda. -Sara derramó una lágrima sobre su mejilla y Finn la tiró a la cama y le colocó la almohada sobre la cara. Él se acercó a su oido.
-Si gritas, preciosa...te aseguro que voy a dejar a tu hermosa garganta sin aire hasta que te mueras. -Sintió uno de sus largiruchos dedos posarse sobre su vagina, tenía ganas de vomitar. Jaló su ropa interior y separó sus piernas, Sara intentó cerrarlas pero él se colocó en medio, sus gritos ahogados parecían no importarle, le rogó a Dios que pronto alguien entrara pero nadie se presentó jamás, en cada embestida que Finn daba en ella, sentía que se hacía mas pequeña. Sintió que se descargaba en ella y maldijo, Sara tenía diecinueve años, pero se sintió como si tuviera cinco. Finn se subió los pantalones, seguido le limpió las lágrimas y le plantó un beso en la frente.
-Buena chica...
Salió de su recámara, mientras Sara se colocó su frasada hasta la cabeza, llorando como una niña, sintiéndose tan sucia.
Carlota derramó una lágrima y le apretó la mano -No hay qué decir nada de esto nunca jamás ¿Está bien?
- Mamá, el tipo me violó. ¿No vamos a denunciarlo?
-Hija, no volverá a pasar ya. Él no se volverá a acercar a tí nunca. Pero nosotros debemos evitarnos tantos escándalos, debemos mantener perfil bajo ante estas situaciones.
Sara derramó una lágrima, pero confió en su madre, después de todo ella tenía siempre la razón ¿No?
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La maldicion de sus penitencias (Nick Jonas )
RomansaNicholas Jonas se juró a si mismo jamás volver a recordar aquel verde acua que acorralaban las pupilas de sus ojos, ni tampoco reencarnar los besos de sus pecas bajo ninguna fotografía vieja suya, o volver a tocar el maldito cajón que _______ Pember...