Kapitel zwei

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Jimin estaba nervioso. Ese día en particular cambiaría su vida por completo. Dejaría de ser el simple hijo de un miembro de la guardia real para pasar a formar parte de ésta. Lo más complejo del asunto es que pasaría a tomar el lugar que le pertenecía a su padre. El hombre ya contaba con la edad suficiente para retirarse del servicio a la corona. De ahora en adelante, se centraría en formar parte del consejo de sabios del reino de Gmunden.

El rubio muchacho se encontraba dando vueltas en su alcoba como si fuese un animal enjaulado. Su uniforme estaba completo, lo único que le faltaba era la capa que reposaba sobre su cama junto al casco que protegía su cabeza.

Se encontraba absorto observando aquella capa que lo distinguiría de los demás soldados, cuando alguien entró sin previo aviso a su habitación. Estaba preparado para regañar a la persona que haya entrado sin tocar, hasta que vio de quien se trataba. Era SeokJin.

— Mi príncipe. —posó su mano derecha sobre su pecho y bajó la cabeza en señal de sumisión.

— Jimin. — el príncipe le mostró esa bonita sonrisa que poseía. — ¿Nervioso? —preguntó mientras se acercaba a observar el manto rojo sobre el lecho del muchacho. Desde niño le había encantado el uniforme de la guardia real. Los consideraba valientes, seres de diferente nivel.

— Le estaría engañando si dijera que no. —respondió dejando escapar una risa torpe al final.

— Tenía pensado nombrarte parte de la guardia real en cuanto asuma el trono, pero papá se me ha adelantado. —musitó el joven algo fastidiado, aunque al final le sonrió.

— Me hace sentir honrado el saber que contaba conmigo. —y era cierto. Nada le hacía más feliz que servir a la familia real. Él daría todo por defender a SeokJin.

— No te pongas nervioso, que me pondrás nervioso a mí también y no queremos un mal clima este día. —posó una de sus manos sobre su hombro y lo estrechó antes de dejar su alcoba.

Jimin aún lo recordaba. Ya habían pasado tres años desde que había ocurrido la última tragedia en el reino, esa que terminó por sumergir a SeokJin en la sumisión absoluta. Su control sobre sus propias emociones lograba producir escalofríos en Jimin. No creía que eso fuese lo natural, pero el pueblo estaba muy satisfecho con el príncipe.

A sólo minutos del nombramiento, Jimin se encontraba en camino hacia el gran salón, donde sería nombrado parte de la guardia real. Dos soldados más lo acompañarían, quienes al igual que él adquirirían un nuevo compromiso con el reino. El rubio aún no los conocía, pero había escuchado que venían de dos pequeñas villas algo lejanas de Gmunden, pero que seguían formando parte del reino.

SeokJin observaba la ceremonia desde su lugar, al lado izquierdo del trono de su padre. Al otro lado se encontraba la reina SooMin junto a sus dos hermanas pequeñas.

El príncipe estaba más que orgulloso de su amigo, quien lo había acompañado desde su niñez. Ahora se encontraba ahí, recto y firme recitando el juramento propio de la guardia real ante la familia del trono y la bandera del reino.

— Yo, Park Jimin, juro proteger, resguardar, defender, venerar y amar a la familia Kim. A mi rey Kim Geum Soo, mi reina Kim SooMin, mi príncipe y el primogénito al trono Kim SeokJin, y mis princesas Kim SooYoung y Kim SoHye. Los protegeré con el último suspiro que escape de mis labios.

Su voz había resonado por todo el salón. Se le aplaudió de inmediato. SeokJin pudo darse cuenta de que el consejo de sabios y el consejo del rey estaban satisfechos con el juramento de su amigo.

Pronto, el rey se acercó a él y posó su espada sobre su cabeza. Con ese movimiento el nombramiento era oficial. Solo quedaba el último paso. El padre de Jimin se acercó a él y orgulloso le entregó un broche de oro que lo identificaba como miembro de la guardia real.

Hallstatt - YoonJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora