Kapitel vierzehn

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El salón enmudeció luego de la lectura de aquel misterioso libro. Nadie se atrevió a hacer algún comentario acerca de la situación, porque no tenían palabras para lo que estaba sucediendo. Habían sido engañados durante años, habían mantenido una guerra sin sentido y habían derramado sangre sin razón.

La verdad golpeó el corazón de SeokJin, lo apretó lentamente, como si la sensación estuviese jugando con él. A su cabeza vinieron imágenes del recuerdo, imágenes de él mismo asesinando a hombres y mujeres de Längenfeld, imágenes de él incentivando una guerra que no tenía sentido, imágenes de una Nayoung llorando en sus brazos.

Dolor y sangre.

Nayoung nunca se había referido a YoonGi, Hoseok y JungKook. La elfa vidente había visto lo que estaban pasando ahora. El derramamiento de sangre innecesario y el dolor que envenenaba a sus corazones.

Él había odiado tanto a Jackson, lo había aborrecido tanto que su muerte no había removido ni un poco de sus sentimientos, pero el hombre que tanto odiaba venía de la misma línea familiar. Ellos compartían el mismo árbol genealógico. Eran familia.

Incluso su pequeña hermana menor había sido víctima de un enfrentamiento egoísta, de un enfrentamiento armado por la avaricia. Y se recordó a sí mismo cayendo en ello. Él había deseado tener a Grüner See para su pueblo, despedazar a Längenfeld y apropiarse del lago, y eso no lo hacía diferente a Vevey y Zermatt. Lo único que podía salvarlo de ser comparado con esos seres era lo que haría en el futuro.

— Reina HeeYeon. —llamó a la mujer que aún no asimilaba la información.

— Rey SeokJin... — sus ojos pararon en los de SeokJin con la misma expresión de desconcierto que tenían todos.

— Vamos a unir los ejércitos de Gmunden y Längenfeld bajo el nombre de Hallstatt, vamos a pelear sin capas que nos distingan por el color, vamos a luchar hombro con hombro. Necesito saber si cuento con su apoyo. Debemos reinar a Hallstatt. — la decisión en los ojos de SeokJin logró que el mareo que sentía pasara desapercibido.

Ella vio la esperanza en sus ojos, vio la manera de salir del hoyo en el que habían caído con tanta violencia. Los ojos del rey SeokJin le decían que daría todo de sí para defender a su pueblo, y no pudo hacer más que confiar en esa mirada firme y decidida.

— Vamos a reinar a Hallstatt. Nuestros pueblos se volverán uno en la batalla y más allá de ella. — aseguró la muchacha, poniéndose de pie junto a él.

SeokJin asintió a sus palabras y se dirigió al resto de personas que los acompañaban en aquella reunión improvisada.

— Iré a conversar con Wiernerwald. Necesita estar al tanto de esto y le pediré que bendiga a los soldados que eran de Längenfeld. Necesitamos a los hombres de Hallstatt del pasado para poder vencer a Vevey y Zermatt. — anunció el hombre.

— Usted... no deja de sorprenderme. ¿No piensa que puede ser traicionado por mí? — inquirió la mujer, anonadada.

— Esto es lo único a lo que me puedo aferrar. No me queda otra más que confiar en usted y arriesgar todo lo que tengo. — una ligera sonrisa se hizo presente en sus labios, pero tan rápido como llegó, se fue.

— Usted debería ir acompañado, rey SeokJin. No sabemos si estos seres se fueron o dejaron a algún espía. — dijo HeeYeon, con la preocupación en la mirada.

— Yo puedo acompañarlo. — Jimin se levantó de su asiento.

— Puedo ir yo. — esta vez fue YoonGi, quien dirigió su mirada esperanzada a los ojos de SeokJin.

Hallstatt - YoonJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora