Hallstatt - YoonJin

Kapitel fünfzehn

Tardaron siete días en llevar a todo el ejército que fue de Gmunden hasta el lago Grüner See. YoonGi no volvió a intentar acercarse al rey SeokJin. Las palabras que fueron duramente dirigidas hacia él habían terminado por agrietar su frágil corazón. Porque sí, cuando se trataba de Kim SeokJin, YoonGi ya no era ese guardia altamente entrenado y capacitado, ya no era el espía de Längenfeld. Cuando se trataba de SeokJin, YoonGi se transformaba en un hombre con los sentimientos a flor de piel, con el corazón abierto, con la vulnerabilidad recorriendo su cuerpo. Por eso, las palabras del rey hicieron estragos en su corazón, dejándole sin esperanzas, sin anhelos ni sueños que involucrasen a SeokJin.

Todo el ejército rodeó a Grüner See, de rodillas, con la mano en el corazón y la cabeza gacha. La reina HeeYeon fue acercándose al lago, con un vestido blanco que se traslucía y dejaba entrever las maravillas de su cuerpo.

Poco a poco su cuerpo fue zambulléndose en las aguas que abrazaban su ser y mojaban sus ropajes. Era un rito digno de ver.

La reina desapareció en medio del lago. Se mantuvo bajo las aguas de Grüner See, mientras aureolas de colores nacían desde el punto donde la reina se encontraba. Esa era la manera de comunicarse con Grüner See.

La muchacha no necesitaba respirar en esos momentos, porque Grüner See se encargaba de cuidarla bajo sus aguas. Entonces, la reina se comunicó con él a través de su corazón.

— Grüner See. — le llamó.

— HeeYeon, has accedido a mis aguas y a mi corazón. ¿Qué ha sucedido con Jackson y por qué el ejército de Gmunden me ha rodeado? ¿Acaso Längenfeld ha perdido la guerra? — preguntó el lago, profundamente afectado y preocupado.

— Jackson perdió la vida durante la guerra. Por tanto, fui ascendida como la reina de Längenfeld.

— ¿El rey de Gmunden lo ha asesinado? — el rencor, la ira y el dolor era palpable para HeeYeon.

— No ha sido Gmunden, Grüner See. No ha sido SeokJin. — la muchacha tuvo que tomarse un tiempo antes de seguir relatando su dolor. No había podido llorar la muerte de su hermano antes. — Gmunden y Längenfeld han sido traicionados por seres de Vevey y Zermatt. Ellos asesinaron a Jackson y nos han escondido que siempre hemos sido un solo pueblo. Sé que es difícil de entender, pero no tenemos tiempo. No sabemos cuándo volverán por Hallstatt, nuestro nuevo pueblo. Estamos unidos y te ruego que bautices a los hijos de Gmunden en tus aguas, para que se transformen en hijos de Hallstatt, tal como lo hizo Wiernerwald con los nuestros.

La joven reina esperó una respuesta de parte del lago, pero esta tardó en llegar. Una oscuridad absoluta la envolvió y su corazón se deshizo en el miedo, pero finalmente volvió a ver la luz y a escuchar su voz.

— Los hijos de Gmunden podrán entrar a mis aguas, sin armas, sin los uniformes, no como soldados sino como hombres. Pero antes déjame arrullarte, HeeYeon.

Grüner See no esperó una respuesta de parte de la reina, sino que simplemente la acogió entre sus aguas, se encargó de consolar a su corazón azotado por el duelo y la pérdida. La arrulló como la arrullaba su padre en las noches de tormenta, como la arrullaba su hermano cuando su corazón se acongojaba por su eterno amor por JinYoung, no correspondido. Aun existiendo algo entre el rey Jackson y su mano derecha JinYoung, él nunca le negó sus brazos, sus caricias y su consuelo.

HeeYeon lloró, desesperada pataleó contra las aguas de Grüner See, las cuales la recibían con el amor de una madre, pero con la determinación de un padre. Su cabello se ondeaba en el agua, sus prendas bailaban contra su cuerpo mientras desgarraba su garganta entre gritos que no eran escuchados.

Y de a poco, el peso en su corazón se hizo más ligero, su cuerpo se destensó y quedó sin fuerzas debajo del agua, hasta que aceptó la muerte de Jackson por completo.