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-¡Soy hetero!

-No te creo.

-¡Pero, pero...! ¡De verdad!

-Ahá.

-Lo juro.

-¿Y por qué le estabas mirando el paquete a Jinho?

-¡No lo hacía!

-Ayer te escuché decir que tiene buen culo.

-¡No, no! Yo no dije eso, dije que tenía muchas curvas.

-Le dijiste a Yuna que estaba bueno.

Chanyul frunció el ceño.

-Eso es trampa.

-No lo es.

Conversaciones productivas mientras esperabas a que entrase algún cliente.

Eran las siete y media de la mañana. Habían pasado tres semanas desde que habíamos hecho las paces, y habían contratado a un nuevo camarero, Jinho, que era de mi edad.

Chanyul tenía dos años menos, y trabajaba para pagarse la universidad, ya que iba en su primer año.

Yo estaba en el último año para ser maestra de guardería. No por nada amaba a los niños.

El caso, es que Jinho era abiertamente gay, lo que sorprendió a todos. Porque no os voy a mentir, ser abiertamente gay en Corea era ponerte un cartel en la frente que dijese "Hola, soy diferente" y yo tan bien como él, sabía lo poco que la gente toleraba lo diferente.

Por suerte, fuera de la cafetería había unos carteles que apoyaban la diversidad, y avisaban de que había un trabajador LGTB -Holi- para que la gente entrase por querer, y no montase escándalos al entrar.

Andrés.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora