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Final 1.

Entré al departamento con miedo. La puerta estaba abierta y solo se escuchaba al perro de Jihye ladrar. No había nadie en la sala, pero todo estaba perfectamente ordenado.

Jinho y yo nos miramos con sospecha.

—Hey, mira eso...— Jinho señaló un papel sobre la mesa.

Ambos nos acercamos a leer.

Antes de terminar los dos corríamos a la habitación de Jihye.

No podía haber sido tan estúpida... Pero lo fue.

Nissy lloraba a la vez que le ladraba al cuerpo de Jihye.

Estaba pálida, inerte.

—No, no, no...— Jinho comenzó a llorar y yo entré en shock —¡Yuna, la ambulancia!

Llamé a una. Llegaron a los pocos minutos, y midieron los signos vitales de Jihye.

—Aún tiene pulso. Nos la vamos a llevar al hospital para hacerle un lavado de estómago.

Los dos asentimos y corrimos a nuestros coches para seguir a la ambulancia.

Yo y Jinho llorabamos desconsoládamente. Hyeonji se unió poco después, y Nala tomó el primer tren que encontró.

Pero después de todo, salió el doctor.

—Era muy tarde— Y los tres entendimos que habíamos perdido a Jihye, por nuestro egoísmo.

Y no fue fácil olvidarla.

Yo me recriminaba siempre el haberla dejado de lado. A la chica a la que ayudé cuando le bajó Andrés.

Hyeonji y yo nos hicimos cargo de Nissy, y Jinho se autoproclamó su tío. Nala se desentendió de todo.

Supongo que fue su salida fácil.

La última vez que la ví, fue en el funeral de Jihye, donde guardamos silencio a la vez que la voz de los integrantes de BTS se hacía escuchar en Spring Day. Pude ver como Nala estallaba en lágrimas cuando Taehyung cantaba, porque era su favorito y solía bromear con hacerse bi por él.

No pude llorar más en mi vida.

Leímos la carta de despedida de Jihye en voz alta. Ella decía estar feliz, que al fin podía descansar en paz.

Yo me sentía egoísta queriéndola de nuevo a mi lado.

Hyeonji, Jinho y yo decidimos reunirnos una vez al mes para dejarle a Jihye lirios blancos en su lugar de descanso. Todos los días dieciocho.

Incluso cuando Jinho se mudó a Busan con su novio y Hyeonji y yo nos mudamos a Seúl.

Nos reuníamos el día dieciocho, reproducíamos su canción favorita –Spring Day– y le contábamos qué había sido de nuestra vida.

Hyeonji y yo nos casamos el dieciocho de octubre cuatro años después.

Nissy murió unos años más tarde de vejez. La enterramos junto a su antigua dueña, y ambas descansaron en paz.

No comieron perdices, pero sí fueron felices.

Al final, lo últimos que supimos de Jihye, fue lo último que escribió.

Al fin podré intentar ser feliz.

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¿Me creéis si os digo que lloré escribiendo esto?

Si no estáis conformes con este final, esperad por el otro.

Andrés.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora