Sofia.

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Cuando nuestros ojos se encontraron, él desvió la mirada, casi como si se avergonzara de algo. En el fondo era... lindo. Una palabra que nunca pensé que usaría para describir a Derek Novak. Permaneció en silencio todo el camino de vuelta a la casa del árbol, sumido en sus pensamientos y sin mirar hacia mí. —Dijiste que querías darme más lecciones de autodefensa —le recordé finalmente, rompiendo el silencio que flotaba entre nosotros. —Sí. —Hizo una pausa—. Pero si no quieres que... Fruncí el ceño. «¿ Desde cuándo le importa lo que yo quiera?» —Quiero que lo hagas. La seriedad de nuestra conversación estaba empezando a pesarme. Quería volver a lo agradable que había empezado a ser nuestra relación antes de Lucas. Aún me sentía conmocionada, aterrorizada por lo que Lucas era capaz de hacer. Pero, gracias a Ben, obsesionarme con mis penas no era uno de mis defectos. Deslicé mis manos en las de Derek. —Me gustaría que permitieras que las otras chicas se unieran a nosotros —dije, apretando ligeramente sus manos. El gesto pareció aligerar un poco su ánimo. Sus hombros se relajaron y sus ojos se suavizaron. —Por supuesto. ―Dejó de caminar y acercó mis manos hacia él. Cuando empezó a hablar, sopesó cuidadosamente cada palabra―. Creo que, de ahora en adelante, deberías a empezar a dormir en mis aposentos. Estaba desconcertada. Lo estudié con detenimiento, intentando leer entre líneas. Entonces una sonrisa pícara asomó a mis labios. —¿ No crees que vamos demasiado rápido? —dije, fijando mi mirada exclusivamente en él. Estaba bromeando con su propuesta, pero la verdad era que tenía bastantes reservas en cuanto a compartir el dormitorio, y más aún la cama, con un vampiro chupador de sangre. Me lanzó una mirada divertida, preguntándose quizá si debía tomarme en serio o no. —Lo digo en serio, Sofía. Entiendo que tengas dudas, pero te prometo que no intentaré nada contigo. Solo quiero asegurarme de que estás a salvo. Hice un esfuerzo consciente para no quedarme boquiabierta. ¿Estaba pidiendo realmente mi consentimiento? ¿No me ordenaba simplemente dormir en su cama? ¿Habíamos dejado atrás el "no se hacen preguntas porque la palabra de su Oh-Altísima-Majestad es el principio y el fin de toda mi existencia"? Lo pensé con detenimiento. La idea de retornar a mi habitación del ático me ponía enferma. No estaba segura de confiar en que Derek no saltaría sobre mí, pero que Lucas se subiera a mi cama en medio de la noche era una opción mucho menos atractiva. Asentí y le miré a sus ojos azules. —Puedo confiar en ti, ¿verdad, Derek? La expresión de su rostro fue suficiente para confirmarme que no se tomaba la situación a la ligera. Derek asintió. —Sí, Sofía. Puedes confiar en mí.

Sombra de vampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora