Capítulo #6

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Siempre soñaba con un apuesto hombre, un ángel de hermosas alas blancas y con ojos de diferente color que mostraban un cariño desbordante, acariciaba su rostro diferente de cómo lo hacía Nash, deslizaba sus dedos con ternura.

Escuchaba su dulce voz diciendo "Te amo" y el corazón latiendo fuerte.

Luego la sangre manchaba aquel recuerdo inundando de pesadillas y dolor.

Siempre despertaba con gritos ante aquel sueño escabroso entonces Nash se mantenía a su lado para consolarlo en medio de la madrugada, aunque esa noche fue la excepción quizá porque estaba demasiado cansado para ello.

No tuvo tiempo para pensar, para sentir un hueco en su alma porque el rey Nash se levantó de la gran cama, sus músculos fibrosos se notaban más sensuales cuando las sabanas caían por su piel desnuda y este le hizo una señal a la sombra para que le ayudara a ponerse su armadura dorada igual al sol radiante que brilla tal oro el cual contrastaba con su cabello rubio.

La adorable criatura de ojos claros había vivido mucho tiempo con el rey tirano y conocía de primera mano la rutina adecuada para complacerlo, hoy resultaba un día diferente a lo normal dado que el musculoso iría directamente a atacar de sorpresa a los ángeles en primera línea, Haizaki su comandante estrella le informo que el general Seijuro se encontraba por la zona norte en las fronteras del cielo

Era la oportunidad perfecta para hacer una emboscada y atacar a su némesis, con suerte acabar con esa banda de inservibles monos.

El mago sentó al pelicesleste en sus piernas y junto sus labios en un beso desesperado, toco sus hebras celestes, susurrando después— Me iré por unos meses, no te preocupes te traerán algunos demonios de baja monta para que te alimentes mientras vuelvo.

El chico bajo su mano por el pecho no quería que el otro se marchara y le dejara solo— No te tardes mucho, mi calor empezara pronto.

—Lo sé, mi hermosa joya azul ¡Volveré a tiempo, te lo prometo! Ahora quiero mi despedida, es buena suerte tener relaciones sexuales diez veces o más con un incubo antes de un atraco—sonrió el mago desgraciado.

El niño pálido deslizo su mirada a otro lado con encogimiento.

Nash le quito las vestiduras casi rompiéndolas, mordiendo su cuello con sus grandes colmillos que dejaban una marca roja en la piel sensible— No es hora de que te pongas tímido.

—Te gusta que sea así, juego el papel que tus fantasías dicten para hacerte feliz— susurro el pequeño.

—La pureza más perversa es la tuya, un demonio tan bello que es manchado por la maldad tan dulce y el pecado mismo del deseo. — le dijo el hombre.

—Los íncubos somos seres que absorben la lujuria.

Hechos para un propósito, el placer del alfa.

—Pero tan bien saben satisfacer.

—Mejor que nadie, nací para ello después de todo mi rey.

Nash acaricio su espalda— Tu eres más que eso ¡Eres diferente, siempre has sido diferente!

Meses después del atraco.

Los planes malvados salieron tan bien que se preparó todo un banquete en honor al rey, el cual logro atacar con efectividad el área norte donde se encontraba el odiado enemigo.

La sombra estaba muy ansioso dado el hambre atroz empezaba a afectarlo, todo ese tiempo de ausencia sin su alfa se volvía infernal y cada minuto era más insoportable igual a una tortura, su cuerpo le dolía tanto.

Su necesidad por Nash se hacía cada vez más grande, se ahoga en sueños de sangre y deseos, del sabor de la lujuria.

Los demonios inferiores no sabían tan bien como el rey, no le satisfacen.

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