Capítulo #10

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La oscuridad es la ausencia de luz, las personas que viven en las penumbras o en ese recinto malévolo llamado infierno son las que cometieron un pecado mortal que los llevo a tomar un mal camino y terminaron siendo castigados gravemente por eso. Quizá los humanos atormentados en el infierno son seres que no sienten amor y no se arrepienten de sus malas acciones, no reconocen que fallaron si bien nuestro protagonista ni siquiera es capaz de recordar su pasado únicamente sabe que alguna vez fue un humano corrompido por él odio y ahora se encuentra siendo torturado por el ser que creyó sentir algo parecido al amor.

Sin duda no sabía cuál era la diferencia entre una relación sexual intensa con un amor verdadero hasta que Akashi ese ángel de alas blancas llegó a su vida a cambiarlo todo, era como un rayo de esperanza en su monotonía y vacío interior el cual antiguamente llenaba con la pasión segadora que el rey le daba diariamente.

Aquella oscuridad la cual se adueña de sus pensamientos resultaba ser tan profunda que se colaba entre los huesos.

La vida se escapa en un suspiro.

Kuroko veía de forma borrosa como su existencia iba perdiendo color hasta volverse de negro igual a una noche desolada y aquello que siente es su condenación personal por cometer un error cuando alguna vez fue un humano lleno de animadversión.

¿Qué hizo tan terrible para sufrir tanto dolor? — se preguntaba.

¿Acaso es malo amar tan intensamente a una persona para acabar en el mismo infierno?

Ya no siente nada, espera la muerte.

Perdió la conciencia por al parecer tanto tiempo, ya no sabe si es de día o de noche hasta que escucha unos ruidos muy fuertes, personas corriendo por doquier gritando en una revuelta...Un olor a flores, un rubio despampanante tan hermoso y resplandece quitándole sus ataduras, fugaces alaridos desoladores y otra vez oscuridad.

Luego de aquel fugaz espejismo simplemente despertó en una habitación blanca e incolora, cree encontrarse en otro mundo por la diferencia en el ambiente.... Sus alas aún no han sanado dado que el dolor es insoportable, sus cicatrices se ven como una marca amarga de la traición al infierno y al mismo rey.

Camina con sus pies descalzos y con dificultad se dirigió hacia un área que parece un jardín, es el edén soñado el cual todos los humanos desean ir y hay tantas flores que el demonio siente que está en un sueño divino.

El edén es una sección escondida del cielo, el oasis en el desierto. Se pierde en la sensación de la paz que rebosa en el sitio, tan diferente a donde él vive.

Alguien entra, se sitúa a su lado sin decir nada

Kuroko suspira—¿Estoy soñando? ¿Eres real o eres una tortura inventada por Haizaki?

El hombre le abraza con cuidado de no lastimar sus alas rotas, son casi de la misma altura lo cual llega a ser bastante intimo cuando sus cuerpos se aproximan de tal forma que parecen hechos para fundirse entre sí.

—Creíste que te abandonaría, me salvaste la vida ¡Lo mínimo que pude hacer es cumplir mi promesa! ¿Cómo te sientes? Lamento haberte abandonado, lo siento por no llegar a tiempo— admitió con tristeza sintiéndose culpable por dejar que al incubo lo lastimaran por su culpa.

Akashi el líder del ejercito del cielo había logrado escapar mal herido y llegado a teletransportarse a la base, de inmediato al recuperarse reunió a la división de la Kiseki no Sedai con la intención de atacar el infierno todo con la pretensión de salvar aquel incubo que le había liberado de aquellas cadenas las cuales lo ataban y lo amenazaban con una brutal muerte llena de tortura.

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