Capítulo #11

3.1K 298 18
                                    

Kuroko se recuperaba bien de sus heridas, el rubio alegre solía llevarle algunas comidas junto con el más alto de ellos quien le habla de muchas cosas interesantes, el moreno parece renuente pero cuando lo conoces se vuelve muy dulce, el pelirrojo le sonríe y el de anteojos desconfiado al principio se vuelve más amable cada vez.

El chico sacado de una revista de modelos Kise lleva algunas uvas diciendo con un tono radiante— En el cielo únicamente nosotros sabemos que estas aquí, es prohibido dejar entrar demonios sin embargo Akashi nos contó que le salvaste, por eso no podíamos dejarte morir cuando te sacrificaste por nuestro jefe.

—¿Es contra las reglas tenerme? No quiero que ustedes se metan en problemas por mi culpa— dijo con preocupación, no ambicionaba que el escuadrón pagara por sus problemas.

—No te preocupes, si descubren que estas aquí ¡Vamos a protegerte! — dijo el alegre hombre, como si le tuviese mucho afecto en poco tiempo.

Kuroko sonrió dulcemente, aquel escuadrón siempre le brindaba su compañía y estaba muy agradecido por conocer a personas tan maravillosas, sabia ellos sentían amor por el dado era empático; no resultaba ser como los demonios que lo deseaban carnalmente estos tenían un sentimiento real y sincero.

El pequeño incubo se sentía feliz de tener una familia, un hogar o un lugar al cual permanecer sin embargo tenía mucha hambre. Ellos tienen amor por su persona, pero no sabía la manera de comer esa sensación tal como lo hace con la lujuria.

El problema es que como un demonio sexual necesitaba alimentarse y al estar en el cielo no era capaz de hacerlo; estaba muriendo de hambre, cuando eso pasaba su mente enloquecía.

Por ese pequeño detalle un día todo se vino abajo.

El desastre comenzó igual a un huracán destruyendo todo alrededor.

Solamente había oscuridad.

Los gritos desgarradores.

El sabor de la sangre en su boca.

La sensación de la lujuria corriendo por sus venas.

Su memoria se perdió ante sus deseos cuando despertó había mucha sangre por alrededor tal si hubiesen derramado pintura roja en un lienzo en blanco, todo el cuarto se teñía de rojo, el escuadrón de la Kiseki junto a Kagami estaba en el suelo desmayada con claras evidencias de estar inconscientes o drenados y lo peor es que el incubo no recordaba que paso, todo era bastante borroso no obstante sentía que les había robado esencia vital.

Akashi entro justo cuando se encontraba encima del rubio moviéndose como si quisiera excitarlo, con sus dientes insertados muy dentro de su cuello, sabía bien estaba mal sin embargo no era capaz de detenerse probablemente había besado, mordisqueado, quitado la ropa y manoseado a los amigos de su ángel.

Las evidencias decían que estaba abusando de esos ángeles quizá si Seijuro no hubiera llegado a tiempo habría tenido relaciones con esos ángeles y cuando un ángel tiene sexo se convierte en un demonio.

El apetito era atroz

No pensó en las consecuencias

Fue todo instintivo y arruino todo.

—Kuroko, déjalo ya— dijo como una orden, se notaba que se hallaba bastante enojado.

¿Cómo no enojarse cuando el general le saco de la tortura y el incubo le pago de ese modo?

Era como una traición.

Cuando el pequeño se dio cuenta de lo que estaba haciendo se asustó y todo su cuerpo comenzó a temblar sin detenerse, Akashi llamó a Momoi para que se encargara de ayudar a los heridos que por gracia divina se mantenían respirando, Kuroko estuvo a punto de convertirlos en demonios o matarlos de placer.

Incubó Donde viven las historias. Descúbrelo ahora