3

294 33 3
                                    


Despierto en una habitación desconocida, ordenada a la perfección y pintada de un pulcro color blanco, me pongo de pie y camino hasta el baño con la intención de ducharme, llego hasta el espejo y me miro, no luzco tan mal como la noche anterior, tomo un cepillo dental que aun se encuentra empacado y me aseo antes de tomar un baño relajante. 

salgo de la ducha, me visto y salgo para enconarme con Adrienna. Escucho ruidos provenientes de la cocina y me dirijo allí, me paro de repente al encontrarme de frente con Ignazio.

  — Oh lo siento.—  Me disculpo y me hago a un lado. Ignazio ladea un sonrisa y continua su camino.

— descuida, ¿quieres algo para desayunar?—  De la alacena saca  una olla y regresa a la estufa.

  — Claro, ¿Adrienna está? 

— No, salió a la universidad.

— Ah.— Tomo asiento en la barra del comedor, y miro atenta todos los movimientos ágiles de Ignazio. —  ¿Sabes? si yo cantara la mitad de bien de lo que tu lo haces, seguro de diría a todos. ¡hola, soy Ignazio y canto perfectamente! ¡hola, soy Ignazio y mi rango vocal es asombroso!—  El chico suelta una carcajada y voltea a verme divertido.

  — Eso seria raro.

— eso seria divertido.—  me lanza una mirada acusadora y sonrió —  Bueno, sí. Raro.

 —  Si hay algo que amo es cantar—  me dice al momento que nuestras miradas se conectan y comprendo que lo dice de corazón —  Por eso mismo no alardeo de ello.

  — concuerdo contigo, ¿como aprendieron a hablar también el español todos ustedes? 

  — Con clases particulares, muy lindo idioma. Gianluca lo habla más fluido.

Sirve una especie de pasta color rojiza en dos platos y me entrega uno,  mientras desayunamos lo observo entre momentos para estudiar sus movimientos un poco, y estudiarlo en general a él. Me parece un chico muy educado y amable. Sus ojos son pequeños pero lindos, su cabello luce genial con la parte mas alta larga y la inferior más corta que el resto, esa barba incipiente y el arete en su oreja hace que se vea relajado y más informal de lo que es realmente. 

—  ¿sabes?—  sin terminar de masticar voltea verme y balbucea  supongo una señal para que continúe hablando, sonrío. — me gustaría aprender su idioma, no es muy diferente pero no entiendo todo lo que dicen.

  — puedo enseñarte lo que gustes, estoy algo libre—  ladea la cabeza mientras juega con los cubiertos, pero no me dedica ninguna mirada.

—  vale—  cuando estaba a punto de preguntarle sobre las canciones de la noche anterior su teléfono comienza  a sonar y se disculpa para tomar la llamada en la mesa. 

Ciao?, Piero sonrie mientras habla con su amigo, se nota el cariño y la confianza que se tienen—si, no, sono con Amelia pronuncia mi nombre y voltea a verme para guiñarme un ojo —sì, puoi venire, non tardare.

cuelga y suelta el aire de sus pulmones.

  — Los chicos vienen, pasaran el día aquí —  me comenta como si tuviera que aprobar la estancia de ellos aquí, cuando yo soy la intrusa, sonrío y me levanto de la mesa.

  — ¿terminaste?— pregunto para poder tomar su plato y lavarlo en la tarja. 

— sí, pero yo lavaré esto—  se levanta y me quita el plato sucio de las manos, teniéndolo de frente y tan cerca a mi puedo ver la notable  diferencia de estaturas.

Melodías del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora