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-¡No puedo creerlo!-Crubrí mi rostro con ambas manos. Me daba vergüenza verme en un video.-¿Cómo pudo gustarles eso? Lo digo por mí, ustedes son geniales.


-A mi me gusta.-Ignazio colocó su teléfono frente a mis ojos para seguirme torturando. Subió el volúmen.-Oh, oh, ohh...-Canturreó al ritmo de la canción. En cierto modo me gustó verme ahí, frente a tantas personas. Pero ahora solo sentía vergüenza al ver que no entonaba con los chicos.

El concierto de la semana pasada había sido un exito total, alguien, igual que otras miles de personas grabó la última canción y la subió a internet, donde a esta fecha se había vuelto viral. Era curioso como podía cambiar tu vida un simple video.

Ahora no solo el trío estaba a la vista de todos.

-¿Puedes quitar eso?-Cuestioné y él me ignoró olimpicamente. Quitó mis manos suavemente con las suyas para poder verme a los ojos.-¿Que ocurre? ¿porque me miras asi?

-Me gusta como brillan tus ojos al escucharte.Que hermoso es perderse en ellos. No mientas, te ha gustado.-Aclaró y sonrió al mirar la pantalla nuevamente.-¡Escucha! ¡Aquí vienes tú!-Chilló cuál niño pequeño.


Vi la pantalla fijamente y efectivamente ahí iba yo siendo arrastrada por él. Vestida con harapos a comparacion de ellos y con los enormes cascos de producción en la cabeza. Miraba aturdida a todos sin saber si balbucear o llorar. Mis mejillas se tiñen de color rojo al igual que en el video. Mis manos vuelven a parar en mis mejillas.

-¡Aaah!-grité al verme. Gianluca salió de la cocina riendo.

-Si fuera tan malo ya serías tendencia pero en otra plataforma.-Mofó con una sonrisa ladina en su rostro.-No es malo, solo estabas un poco confundida.

-Ese es el punto, si querían hacer algo así debieron avisar-. Reprendí. Miré a Ignazio quién divertido metía sus manos en los bolsillos de sus pantalones y se encogía de hombros.

-Si avisabamos no lo hubieras hecho.- Comentó en un pequeño aludido. Negué con la cabeza pero sonreí, me gustaba que fueran tan espontáneos, los hacía únicos.


El día pasó, nos mantuvimos en casa la mayor parte de el, no teníamos planes y nada parecido a trabajo así que lo tomamos como un dia de total y completo ocio. Los chicos vieron uno que otro partido de fútbol que llenó la sala de gritos y aullidos frenéticos, Adrienna y yo los aguantamos por esas horas entre quejas por el escandalo y bromas hacía sus equipos.

Después los roles se invirtieron. Ellos soportaron las cursis películas que nosotras elegimos adrede.

-¿No se les hace bello que al no poder tener hijos decidan adoptar un Perro?-Comentó Adrienna refiriéndose a la película.

-Los perros son más de lo que imaginas.-Comentó de vuelta Gianluca-. Son una gran muestra de amor.-Asentí, lo cierto era que me gustaban esos amigos peludos pero nunca había podido tener uno en casa.

-¿Y si adoptamos un gato?-Cuestionó Adrienna a su hermano. Este abrió los ojos de par en par y la miró con pavor.

-¡¿Cómo llegaste a esa conclusión?! ¡No me gustan los gatos!- Gritó en un chillido y yo reí. ¿como había Adri intercambiado los roles de mascota?

Melodías del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora