18

198 23 3
                                    

-¡¿Donde está mi calcetín gris?!- Ignazio revolvió su habitación, quitó el sofá de su lugar y desacomodó toda la casa. Llevaba minutos insufribles buscando sus calcetines. Pareciera estar en guerra consigo mismo. Adrienna y yo lo veíamos caminar de un lado a otro desde la cocina. Reímos de su exagerada actuación.

-Quizá se lo llevó el perro.-Comentó Adrienna desenfadada y tomandole el pelo a su hermano.

La cabeza de Ignazio flotó sobre la mesita de centro y nos miro expetante antes de soltar un bufido.

-No tenemos perro.- Comencé a reír y Adrienna giró los ojos.

-Si tuvieramos uno tendríamos a quién culpar.- Añadió con obviedad.-Tú no cuidas nada, ¡anda! Ponte otros.

-Son mis favoritos.-Hizo un gesto un tanto infantil.

-Ya aparecerán luego.-Les tercié.

-La idea del perro sigue en pie.-Terminó por decir Adrienna y desapareció rumbo a su habitación.

Ignazio me miro con una ceja levantada con picardía y diversión. Gesto que me sacó una sonrisa.

-¿Sabes que otra cosa sigue en pie?-Se me acercó coquetamente. Me hizo un gesto para pedir permiso y asentí. Me tomó por la cintura con ternura y me dió un beso en la mejilla.

-¿Qué?-Sabía la respuesta pero me gustaba escucharla una y otra vez.

-Nuestra cena.-Comentó con emoción y se alejó de mí. Me contempló por uno segundos y algo brilló en sus ojos.-¡Pero antes..!

-¿Antes?

-Tendremos una cita.-el deseo brilló en su mirada, como cuándo un niño pequeño pide algo y espera con ansias a que se le cumpla.

-¿Cita?

-Sí, ya sabes... Como la primera, para conocernos y pasarla bien.-Me sonrió mostrando todos sus dientes.

-Pero ya nos conocemos.

-Podemos hacerlo nuevamente.-Dijo y me dejó un beso antes de irse a su habitación. Desapareció apenas unos minutos y volvió a divisarse ahora con los zapatos puestos.

-¿Otros calcetines?-Pregunté divertida.

-Otro par.-Respondió.-Ya vuelvo, tengo que arreglar algunas cosas para la noche. Ponte más hermosa, será la mejor cita.- Y desapareció, salió por el umbral con energía y gesto relajado. Por el contrario me tiré al sofá que estaba fuera de su sitio y me quedé dormida.

-Amelia.-Comencé a sentir que mi cuerpo se agitaba sutilmente.-Amelia...-El movimiento se volvió más constante y una presión se ciñó a mi brazo.-Despierta cariño.-La presión se convirtió en una mano que se movía por mi brazo y con un impulsó me desperté de golpe.

-¿Qué pasa?-Mis ojos miraron alrededor desconsertados y somnolientos.-¿Ignazio?

Una sonrisa divertida se formó en su rostro y me miró con ternura.

-Te has quedado dormida en una mala posición.-Me tomó de las manos cuando me acomode y quedé sentada en el sofá.-Ve a descansar a la habitación.

Melodías del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora