Quizá era el momento de cerrar mi cabeza, mi corazón, el alma y ponerme dura. Colocar mi mejor cara de culo que podía. Porque sí, estaba enojada y tenía todo el derecho a ser grosera.
Estaba enojada, cólerica pero también afligida y triste. Todo me parecía melancólico,estúpido.
Me encontraba encerrada sin salir, en mi cama hecha un lío de pensamientos, un ovillo de ideas. Quizá, solo quizá estaba exagerando las cosas, pero ¿cómo podía exagerar cuando yo misma vi la foto? No me lo contaron, no lo escuché ni lo soñé. Lo vi.
¡LO VI!
La puerta sonó, alguien tocaba. Se escuchaba sereno, con paciencia. Pero no quería ver a nadie, ya había llorado mucho frente a Gianluca y no quería ser más humillada. Lo dejé pasar, no respondí ni me moví del lugar. Miré recelosa al lugar del ruido.
Comenzó a volverse más insistente, ahora el sonido era seco y con fuerza. La puerta vibraba por el martilleo insistente.
Me asusté hasta que logré escuchar una voz.
-¡Carajo!- Sí, esa era la voz deseperada de Piero-. Amelia abre, tengo que verte.
Me levanté envuelta en cobijas y caminé hasta la puerta, aún con el cabello hecho un desatre, los ojos hinchados y sin ganas de nada. Pero no me importó.
Apenas abrí la pierta Piero se colgó de mi cuello, me rodeó con sus brazos y me miro con pena.
-Diablos, en serio no tenia ni idea-. Sonaba sincero, no le reclamé, no hice preguntas. Sabía que me decía la verdad, así eran ellos, tan transparentes que se podía ver a través de ellos. O eso creí...- Cuando no respondías creí que habias hecho una estupidez.
-No, aquí estoy. Bien-. Torcí una sonrisa, estaba bien pero no bien. ¿si se entiende no?- Con el corazón en mil pezados pero bien-. Ironicé.
-Esta bien, todo siempre mejora-. Dijo cuando se separó de mi. Caminamos hasta la cama y nos sentamos en ella.
- No puedo imaginarlo, sigo sin creerlo.- Dije en un susurro.- No, ¡Si puedo creerlo!
Piero me miró afligido, el tema también le molestaba, le inquietaba más que nada pero no le gustaba estar en medio de los problemas. Ignazio era su amigo desde los catorce años y yo una conocida de menos tiempo. Pero ahora se encontraba al centro, como en un sándwich humano.
-Sé que sonará mal pero yo creo que tiene una explicación-. Me miró como esperando recibir una cachetada, gritos o algo parecido pero solo lo miré expectante. En mi interior quería creer eso. Qué si me engañaron fue por algo, y algo precisamente importante o bueno. - No quiero defenderlo, pero lo conozco y sé que no es así. No es tan tonto como para hacerte algo así. Es decir... ¡Babeaba por ti! ¡Andaba detrás de ti como tu perrito faldero!-. Sus expresiones me sacaron una sonrisa entre tanto lamento, tenía razón. Había catalogado a Ignazio como un monstruo sin sentimientos pero no lo era. Lo conocía bien.
Era de esas personas que dejan de comer para darle su almuerzo a un perrito Callejero, de los que si ven a un niño llorando le hacen mimos hasta hacerlos reír, de los que si te ven en aprietos te dan la mano.
-Lo sé-. Me limité a responder, estaba pensando un poco más. Pero quizá él había mandano a su casi hermano a apoyarlo.- Por eso me es imposible creer que haya hecho algo así.
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Melodías del corazón
Romance"El auge de un nuevo grupo de PopLirico vuelve loca a las chicas" La vida siempre te lleva por lugares inimaginables, pero ¿Como sabría Amelia que un viaje de trabajo la llevaria a triunfar en la vida, la música y en el amor? No, no todo fue fácil...